Frío extremo, hambre, miedo, incertidumbre, muerte…Esto es lo que experimentaron los jóvenes uruguayos que en 1972 sobrevivieron al accidente aéreo de la cordillera de los Andes al aguantar 72 días en condiciones límite resguardados en el fuselaje del avión entre la nieve y el hielo. Los mecanismos del instinto de supervivencia se activaron y 16 de los pasajeros lograron vivir.

La película “La sociedad de la nieve”, del director español Juan Antonio Bayona, transmite las vivencias y las emociones de este grupo, la mayoría miembros de un equipo de rugby, que tuvo que dejar a un lado sus valores éticos y religiosos y comer a sus compañeros de viaje muertos para poder seguir viviendo. Puro instinto de supervivencia.

“La función básica de los humanos, igual que los animales, es sobrevivir por encima de todo. Estamos programados, tanto genéticamente como biológica y psicológicamente para sobrevivir, ocurra lo que ocurra”, explica a EFEsalud Elisardo Becoña, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad de Santiago de Compostela.

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Este profesor universitario escribió en 2020 el libro “Lo inesperado en nuestras vidas, manual de supervivencia psicológica” basado en la capacidad de adaptación que experimentó la sociedad durante la pandemia de coronavirus con el confinamiento y la distancia social.

“Tres años después de la pandemia, con miles de muertos y meses confinados, es como si no hubiera pasado y esto es muy positivo porque significa que somos capaces de superar catástrofes, es una característica humana muy potente”, asegura.

¿Qué mecanismos se activan en el instinto de supervivencia?

Para que los humanos puedan sobrevivir en una situación extrema, desde un accidente a una guerra, deben activarse una serie de mecanismos propios del instinto de supervivencia.

Los primero que aparece son las ganas de vivir y siempre van junto a la esperanza de conseguirlo. Por ejemplo, en el accidente de los Andes, primaba el anhelo de ser rescatados.

“Hay -apunta el psicólogo- otra variable determinante para la supervivencia, la existencia del grupo. Lo que nos hace humanos, lo que nos hace miembros de la especie es, precisamente, estar en grupo y esto permite plantear ideas nuevas, plantear los aspectos optimistas y hacer una valoración de lo que podemos perder en la vida real, como la familia…”.

Y eso fue una de las claves de la supervivencia en los Andes, un grupo de veinteañeros que ya formaba parte de un colectivo deportivo, entrenados física y psicológicamente, con disciplina y complicidad entre ellos. El grupo fue el apoyo en sí mismo entonces, pero también ahora ya que siguen reuniéndose con sus familias.

Poner el foco en buscar alternativas de solución para sobrevivir y para poder salir de allí, ocupando la mente con acciones y no con preocupaciones, es otro de los mecanismos. Destaca la iniciativa de dos de los jóvenes de cruzar la cordillera para ir a buscar ayuda, lo que supuso la salvación del resto.

También la actitud positiva ante la adversidad es clave, “una persona pesimista, desconfiada…tiene menos probabilidades de sobrevivir en este tipo de situaciones”, apunta el catedrático.

Pero nadie sabe cómo va a reaccionar hasta que no vive una situación límite, no hay roles preestablecidos. Todos podemos sorprendernos de nuestra capacidad de aguante y resolución.

“Los humanos nos caracterizamos por ser solucionadores de problemas y si esto no estuviera en funcionamiento nos extinguiríamos como especie. Después de una guerra con millones de muertes, las personas siguen adelante porque no hay que olvidar que la vida continúa con nosotros o sin nosotros”, argumenta Elisardo Becoña.

Comer carne humana, la única opción

Suspendidas las labores de rescate, en la soledad de la cordillera, la nieve les servía para beber, pero nada había para comer. Llegó el momento de tomar la decisión trascendental, no solo para calmar el hambre, también para conseguir fuerzas para seguir luchando: comer a los compañeros que habían muerto y que estaban congelados.

No todos lo vieron claro. Los valores morales y religiosos pesaron al principio. Después, el instinto de supervivencia se impuso.

“Normalmente nos modulamos por valores de tipo social, religioso o ético, pero en un momento extremo es probable que la decisión sea hacerlo antes que morir, los procesos éticos y morales van perdiendo peso”, señala el profesor.

Pero no siempre predomina el instinto de supervivencia, a veces si las convicciones son muy fuertes se anteponen a la muerte. “Hay gente que prefiere morir por sus ideas”, hay ejemplos a lo largo de la Historia que se han enfrentado a torturas y sacrificios, pero lo normal es que prime la supervivencia.

Considera que la cultura en la que nos hemos desarrollado tiene una gran influencia y por eso, la decisión que tomaron respecto a alimentarse de carne humana, “hay quien lo entiende y quien no lo va a entender nunca”, pero lo que está claro es que hay que vivir esa experiencia para saber cómo actuaríamos cada uno, afirma.

Capacidad para sobrevivir

El accidente aéreo de los Andes ha dejado una lección sociológica y psicológica que ha sido científicamente estudiada. Los supervivientes demostraron la capacidad del ser humano para sortear a la muerte en condiciones extremas.

No solo se evidenció la resistencia física en condiciones de hambre y frío congelador, también la fuerza mental.

“En esas circunstancias es importante que la preocupación no absorba todo el pensamiento”, sino que se dedique a planificar estrategias para sobrevivir y poder salir de esa situación.

“Supone un mensaje muy potente, tenemos unas capacidades de supervivencia muy importantes en situaciones límites para las que no estábamos o creíamos que no estábamos entrenados”, subraya el catedrático de Psicología.

Las secuelas

No solo un accidente aéreo, también terremotos, atentados u otras catástrofes pueden dejar secuelas psicológicas en los supervivientes.

Muchos de ellos pueden desarrollar estrés postraumático y algunos conviven años después con secuelas como insomnio y ansiedad al mantener en su memoria la experiencia vivida.

También influye en ellos la opinión social sobre las decisiones que tuvieron que tomar para sobrevivir, opiniones cuestionables ya que nadie más ha vivido esa situación límite, explica el catedrático.

En estos casos, un mecanismo de defensa es no hablar de lo sucedido, como si no existiera. Por eso, Elisardo Becoña, cree que la película “La sociedad de la nieve” podría remover algunas emociones en los protagonistas y en sus familiares.

¿Se supera una tragedia como la vivida en los Andes?

La resiliencia o capacidad del ser humano de adaptarse a situaciones adversas entra en juego en este desafío a la supervivencia.

“La mayoría lo superan, los humanos en situaciones límites y extremas tenemos unos mecanismos genéticos, biológicos y psicológicos para poder bloquear lo ocurrido, que no aparezca tanto en la memoria, buscar elementos nuevos de gratificación en el ambiente y tirar hacia delante, porque la vida continúa con nosotros o sin nosotros”, insiste.

“Si nosotros nos enganchamos a la vida, la vida continúa. Si no nos enganchamos, quedamos bloqueados. Por eso la mayoría de las personas, conforme pasa el tiempo, se recuperan. Esto es la buena noticia”, concluye el catedrático de la Universidad de Santiago de Compostela.

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