Nos pasamos la vida buscando la satisfacción en cosas, lugares, instantes y personas, pero al final nos damos cuenta de que la paz que anhelamos empieza en nosotros, con un cambio interior que nos permita para vivir tanto los momentos de dolor como los de placer en un estado de mayor serenidad, destaca la psicóloga Patricia Ramírez.

La serenidad es fácil de definir, de hecho, los diccionarios la describen como la capacidad de estar en calma, de mantener un estado apacible, sosegado y sin turbación en medio de la dificultad.

Pero conseguirla en nuestra vida diaria no es tan fácil, sobre todo cuando las situaciones se descontrolan o se tornan negativas.

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Las adversidades y complejidades de la vida humana y las dificultades e incertidumbres que surgen del mundo en cambio vertiginoso en que vivimos, generan preocupaciones, estrés, ansiedad y miedos, que dificultan que nos serenemos.

Paradójicamente, incluso a veces las alegrías, éxitos y situaciones placenteras también pueden alterarnos, debido a nuestro habitual estado de agitación mental y emocional.

La psicóloga Patricia Ramírez, conocida como ’Patri Psicóloga’ en redes sociales, señala que, aunque siempre “seguiremos teniendo momentos de placer y de dolor en nuestra existencia, podemos aprender a vivirlos desde un estado más contemplativo, menos intenso, con más soltura o fluidez, más sereno”.

Patri Psicóloga es licenciada en Psicología, tiene un máster en Psicología Clínica y de la Salud, es escritora, conferenciante y divulgadora en medios de comunicación, atiende a pacientes en su clínica ‘online’ e imparte talleres sobre actitud, fuerza de voluntad, capacidad de cambio, confianza y seguridad, así como trabajo en equipo, liderazgo y optimismo.

Serenidad y felicidad

Ramírez señala que “la felicidad no es una farmacia abierta las veinticuatro horas. Es un estado, a ratos una emoción, pero no es estable”. La serenidad puede aportarnos estabilidad en medio de los altibajos y circunstancias cambiantes de la vida, asegura.

No se trata simplemente de que “nos tomemos las dificultades con serenidad” sino de hacernos conscientes de que la serenidad nos ayudará a afrontar y resolver mejor las dificultades, a tomar mejores decisiones en los momentos difíciles, según esta experta.

El primer paso para conseguirlo consiste en conocer y reconocer los beneficios de la serenidad, es decir cómo puede ayudarnos este estado de calma a mejorar nuestra vida.

“Ante una situación de incertidumbre, inestabilidad y adversidad, las personas necesitamos tomar buenas decisiones. Este ‘decidir bien’ llega cuando nos permitimos tener unos momentos reflexivos y pacientes, en los que valoraremos cada paso que vamos a dar”, señala Ramírez.

“La serenidad provoca estados emocionales que favorecen la paciencia, la reflexión y la prudencia, y permite que esté desactivado nuestro sistema nervioso simpático (el que aumenta nuestras frecuencias cardíaca y respiratoria, presión arterial y tamaño de las pupilas, preparándonos para luchar o huir, en situaciones de peligro). Eso favorece nuestra salud”, apunta.

“No podemos elegir la incertidumbre que llega a nuestra vida, porque no siempre depende de nosotros, pero podemos elegir si reaccionamos o respondemos ante ella”, según Ramírez.

Explica que “reaccionar suele consistir en una conducta impulsiva ante lo que acaba de llegar, la cual muchas veces hace que nos precipitemos y tomemos malas decisiones.

En cambio, responder se define como “valorar la situación que estamos viviendo y elegir lo que queremos hacer en ese momento”.

“La serenidad nos va a dar mucho más control sobre nosotros mismos y la parte de nuestra vida que es controlable”, recalca.

Consejos que conducen a la serenidad

En su libro ‘Vivir con serenidad’, Patri Psicóloga ofrece 365 consejos o prácticas para avanzar en el camino de la calma, de las cuales compartimos las dos siguientes:

Detente, observa y respira

Ramírez propone un ejercicio muy sencillo: “solo tienes que parar durante un par de minutos, sentarte, observar y tomar conciencia de que estás respirando. No tienes que modificar tu patrón de respiración, solo tener quietud, observar qué está ocurriendo a tu alrededor y sentir cómo respiras. Nada más”.

“El simple hecho de parar te relaja, ya que informa a tu mente de que no hay prisa, no hay ninguna urgencia, no tienes que apagar ningún fuego, y eso permite bajar tu nivel de actividad física y cognitiva”, explica.

Además, “tomarte pequeños descansos es un autocuidado, es respetar tus necesidades de desconexión y descanso. Funcionamos mucho mejor a nivel cognitivo cuando nos permitimos un momento de relajación entre tarea y tarea”, señala.

Explica que uno o dos minutos de este ejercicio, nos ayudan a soltar determinados estados, emociones y pensamientos y a conectar con nosotros mismos.

Ocúpate de lo útil

“Querer ocuparnos de las ‘amenazas’ que no podemos controlar es una fuente de insatisfacción y ansiedad. Las frases que empiezan por ‘Y si…’ nos llevan a anticipar lo peor, sucumbir a nuestros miedos y hablarnos de forma negativa”, según Patri Psicóloga.

“La mayoría de tus preocupaciones no dependen de que tú encuentres las soluciones, sino del paso del tiempo, del factor ‘buena o mala suerte’, de un tratamiento médico, del destino, de terceras personas, de la vida…, pero no de ti”, recalca.

Una regla básica para controlar la ansiedad consiste en ocuparse de las cosas que dependen de uno mismo y despreocuparse de lo que uno no controla, sostiene.

Para conseguirlo, “hazte la siguiente pregunta cada vez que una preocupación ronde tu cabeza: «Esto que ahora me está preocupando tanto, ¿puedo solucionarlo yo?». Si la respuesta es NO, observa esa idea o emoción, sin intervenir sobre ella; sin hablar, ni razonar, ni juzgarla”, recomienda Ramírez.

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