La alopecia tiene consecuencias en la salud. No sólo sufre el estado anímico, sino también la protección de la piel, porque perder pelo es perder una protección natural ante las radiaciones solares. Una investigación a punto de salir a la luz acerca un horizonte deseado por hombres y mujeres: el fin del tipo de alopecia androgénica, la más común.
El doctor Eduardo López Bran, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid y director médico de Clínica IMEMA, encabeza esta investigación encaminada a dar un paso decisivo frente a la alopecia, que en unas semanas publicará la revista especializada ‘Stem Cell Research & Therapy’.
A la espera de los resultados, que se vislumbran prometedores, la investigación ilumina un lugar que preocupa cada vez más a la ciudadanía.
La alopecia androgénica, la que viene determinada por predisposición genética, presenta cifras altas de incidencia en la población: afecta al 80 % de los hombres a lo largo de su vida, a entre el 30 y 50 % de los varones que no han cumplido los 50 y al 40 % de las mujeres que tampoco han alcanzado los 50.
Entre la población joven este tipo de alopecia se va abriendo paso, además, porque se calcula que un 30 % de los hombres que están en la treintena la padecen. Las visitas a consulta de varones de 20 y 30 años han aumentado durante los últimos años.
Porcentajes como estos enmarcan la investigación encabezada por López Bran y su equipo del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos.
Células madre contra la alopecia
Los avances hacia el fin de la calvicie han sido significativos. Los trasplantes de pelo se han popularizado en gran medida porque personalidades conocidas han recurrido a ellos para volver a tener cuero cabelludo, pero hay más, como el minoxidil, por ejemplo, o tratamientos de láser o mesoterapia.
Pero la necesidad de alternativas más efectivas y seguras, menos invasivas y crónicas, llevó a López Bran a poner el foco en las células madre, un campo terapéutico inmenso. La combinación de células madre mesenquimales, procedentes de la grasa corporal, con una molécula con efectos energizantes, el trifostato de adenosina, puso la base.
Porque, según explica el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos, la actividad de estas células madre en el folículo piloso favorece la liberación de factores de crecimiento y citoquinas antiinflamatorias. Los primeros ayudan a la vascularización del folículo; los segundos, a reducir la inflamación característica del debilitamiento del pelo. Aparecen, por tanto, dos patrones clave para el crecimiento del pelo.
La investigación se ha llevado a cabo en ratones a los que se indujo la alopecia androgénica por medio de la hormona causante, que es la dihidrotestosterona. Los resultados de esta investigación “única” se conocerán en “unas semanas”, apunta el especialista.
Será el primer paso de un proceso que deberá dar más. Ensayos preclínicos, ensayos en seres humanos… Diferentes fases que trazan una línea temporal hasta, al menos, el año 2028.