El circo político no deja de presentar personajes, tramas y dramas en la escena veracruzana de la cuarta transformación. Ayer sábado por la tarde-noche se difundió en redes una presunta orden de aprehensión en contra del exfiscal Jorge Winckler y varios de sus colaboradores más cercanos, entre ellos Marcos Even Torres y Eduardo Coronel.
Pero por este mes, parece que aún faltan noticias. Cuentan que están por detonarse algunos otros escándalos y detenciones de exfuncionarios que mataron a la vaca y se fueron con todo y reata, creyendo que nunca les sucedería nada. Dos o tres de ellos, utilizaron los programas duartistas y yunistas de combate a la pobreza, pero solo en beneficio propio.
En días pasados se mencionaba un escenario nada conveniente para un alto funcionario de la contraloría estatal que fue colaborador de Rosario Robles en la SEDESOL federal. Y cabe recordar que los problemas más graves de esa señora siempre han sido por temas de dinero público para campañas políticas: primero el caso Bejarano -aquel vengativo señor de las ligas-, y ahora, la célebre Estafa Maestra ideada por Peña Nieto.
El problema de aquellos que utilizan esos desaseados esquemas burocráticos, es que los recursos desviados con el pretexto de que serán para programas populares (o para las elecciones en las regiones), suelen alcanzarles perfectamente para engordar el cochinito particular. Y esto es lo que al final de los días genera ira y deseos de venganza en jefes o en los principales del sistema político. He aquí una breve y conocida cronología:
A finales de enero de 2012 en el aeropuerto de Toluca, dos empleados del gobierno de Veracruz fueron detenidos bajando de una avioneta con 25 millones de pesos en efectivo. Ese fue el debut de Vicente Benítez González en grandes ligas económicas. Por ese motivo de escándalo lo separaron como tesorero del estado, aunque después lo colocaron en una poderosa subsecretaría de la SEDESOL estatal, desde donde en corto tiempo y a hurtadillas logró hacerse de propiedades importantes y un interesante capital en la Suiza Veracruzana y en Costa Rica, la tierra de su señora esposa.
En la dependencia encargada del combate a la pobreza, Vicente era el hombre fuerte de Duarte y, valiéndose de su nombre y de su complicidad, partía y repartía desde ahí el inacabable pastel monetario de la SEFIPLAN, contando con la comedida complacencia del sedesoliano secretario Marcelo Montiel. Ambos funcionarios, ni siquiera en ese perfecto binomio, lograron disminuir en un punto la pobreza de los veracruzanos marginados. En lugar de ello, desde esas oficinas se operaron eficientemente los peleadísimos “paquetes especiales” -obras, apoyos en metálico, programas, plazas, placas, etc- para personajes selectos que así entraban al aro.
En 2013 se recordará el tremendo brete que las huestes jarochas le ocasionaron a Peña Nieto y a su incluyente Pacto por México un poco antes de las elecciones de julio. El PRD y sobretodo el PAN, se hicieron de numerosas grabaciones -623 archivos- donde funcionarios estatales y federales acordaban estrategias y recursos públicos para las campañas electorales. Con ese arsenal en las manos se fueron a denunciar a Javier Duarte y a 57 servidores públicos del estado y la federación. Como resultado del sainete que tuvo repercusión mundial, Duarte se vio obligado a renunciar al que ya se sentía su sucesor, Salvador Manzur, entonces secretario de finanzas.
Por su parte, Rosario Robles tuvo que sacar a Ranulfo Márquez de la delegación federal de SEDESOL y despachar a seis funcionarios de medio pelo. De esa camada de sacrificados, de último momento salvaron a Gonzalo Morgado, prolífico y siempre premiado priista que fungía y fingía como delegado del ISSSTE.
En ese entonces y como un trágico augurio, Rosario declaró sobre esas denuncias legales ante PGR, CNDH, FEPADE, SFP y otras instancias: “Estoy completamente de acuerdo en que las autoridades competentes realicen todas las investigaciones y que, de encontrar actitudes delictivas, se aplique la ley”. Justamente en esos días fue cuando Peña le dijo estas cálidas palabras a la exlíder perredista: “Rosario, no te preocupes, hay que aguantar”.
Ranulfo fue designado titular en la SEDESOL estatal dos años después. Formó parte de la selecta quintilla de operadores políticos duartistas en esa instancia junto a Marcelo Montiel, Alberto Silva, Jorge Carvallo y Alfredo Ferrari. Después de ese afortunado equipo tricolor, a esa oficina llegaría la panista Indira Rosales, yunista del estero y actual senadora.
A esta dependencia, y especialmente a la gestión de la dama boquense, es a la que el gobierno de Cuitláhuac García le ha enderezado cuatro denuncias ante la Fiscalía General del Estado por diversas irregularidades encontradas, que se suman a las que el ORFIS gestionó en su momento sobre los periodos duartista y yunista.
Muchas denuncias las que las autoridades tienen pendientes en estos tiempos. Varios actores deben estar sumamente preocupados. Los que están en la parte más delgada, presienten que les aplicarán la populosa ley de hilados y tejidos: Vicente Benítez y Juan Manuel del Castillo esperan ansiosos los resultados de sus esfuerzos para salir indemnes. Y que Javier no tenga un mal recuerdo de ellos.
Funcionarios ineficientes y corruptos que nunca vieron por el bienestar de la población; solamente se esforzaron por hacer un patrimonio familiar a costa del erario. A ver cuántos más de ellos caen al centro de la arena a que se los coman los leones del circo.
Para Después (PD). Estarían próximas las órdenes de aprehensión de Miguel Ángel Yunes Linares y Jaime Téllez Marie, según se sabe. Ya iremos viendo.