El papa Francisco denunció a quienes “tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza“, de “la que a menudo son también cómplices”, como los vendedores de armas, los especuladores y corruptos.

“La indiferencia y el cinismo son su alimento diario”, dijo el papa en un mensaje publicado este sábado con motivo del Día mundial de los pobres que celebra la iglesia católica.

Entre ellos, el pontífice incluyó a quienes “con el teclado de una computadora mueven sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de oligarquías y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras”.

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O también criticó “a quienes para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza” o venden “dosis de muerte” para “enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero” o a los que “intercambian favores ilegales por ganancias”.

El papa lamentó entonces que se haya desarrollado “una globalización de la indiferencia” en la que “nos volvemos incapaces de compadecernos”, ya “no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos”, precisó.

En su mensaje, el papa recordó a los católicos “que la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables” y que “para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios”.

Y que, por tanto, “el tiempo que se dedica a la oración nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al prójimo necesitado; sino todo lo contrario”.

Para Francisco, un católico no puede “sentirse bien” si “un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra”.

Francisco valoró que en estos meses de pandemia, que han traído “dolor y muerte, desaliento y desconcierto”, se ha podido apreciar la solidaridad de tantas personas, y citó los médicos, enfermeras, farmacéuticos, sacerdotes y voluntarios y todos quienes han tendido la mano.

“Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”, añadió.

Y señaló que en esa situación, “encerrados en el silencio de nuestros hogares” se “ha redescubierto la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial”.

Agregó que “este es un tiempo favorable para volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo”.

Como conclusión, el papa aseveró que “las graves crisis económicas, financieras y políticas no cesarán mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al prójimo y hacia cada persona permanezca aletargada”.

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