La quemazón política de los tiempos actuales está aniquilando a muchos de los que hace tres años se sentían con posibilidades para contender por la gubernatura veracruzana en 2024. Otros del gobierno estatal y federal que también la quieren están muy verdes y con escaso mérito y lengua suelta. Creen que para llegar al cielo jarocho sólo se requiere elaborar escaleras con papel periódico y rutas virtuales adornadas con dúctiles plumas de la región.
El asunto es más complicado que eso. Lo único bueno que trae a la sucesión en Veracruz, es que esa pléyade de estrellas fugaces se fue eliminando poco a poco junto a otros que siguieron medrando en todos los colores partidistas y a los novatos que únicamente con el artificioso pin que les fijó López Obrador en la camisa, sintieron posibilidades de alcanzar la dicha de gobernar un estado como este.
Veracruz venía de ser gobernado por gente corrupta que anda en la cárcel, huyendo o en los juzgados. Y después llegó la gente más honesta, según López Obrador, pero que al final, demostraron, cuando menos, la misma deshonestidad de sus antecesores.
Y eso lo sabe el pueblo sabio y todos los demás sectores productivos, que sólo trabajando han podido sacar adelante a sus familias. Los 20 mil burócratas que acuerpan a Cuitláhuac no pueden hacer diferencia a la hora de una elección en forma.
La sociedad estatal se quedó esperando los resultados que soñaba conseguir con el hijo de Atanasio García, convertido únicamente en lenguaraz facilitador de recursos estatales para toda la familia en sus diversas ramas. Y en tres años el ingeniero y docente, continuará balbuceando, bailando y comiendo tacos, tortas y garnachas, repitiéndolo alegremente en sus redes del Facebook. Y en la medida que avancen los meses, las instituciones fiscalizadoras, los medios de comunicación serios y la conversación pública, nos dará a conocer las graves irregularidades en cada una de las oficinas, las interminables devoluciones de recursos a la federación y los préstamos bancarios que no terminan.
Y si se habla de aquellos que buscaban llegar al gobierno, Rocío Nahle, la que encabezaba la lista, está dejando de ser lista y se está perdiendo a través de sus tres bocas (la propia y la de su refinería tabasqueña). Ricardo Ahued seguirá deshojando las margaritas per sécula seculórum, soñando en convertir el estado en su plástico territorio Ahued. Manuel Huerta persistirá buscando en el género su sanador bienestar corporal esperando su senaduría y que le dejen de exhibir las manías. Eric Cisneros seguirá navegando en sus aguas y deberá escribir otros libros más para adquirir nombre y fama, con la asesoría y respaldo de la Editora de Gobierno, supervisada por una pluma vil. Zenyazen y Lima tendrán que seguir distrayendo a los inconformes.
Y en el PAN de Yunes Linares veremos que el objetivo central será el de alejar el peligro del encierro mortal que se cierne sobre la familia del estero. Solamente Dante Delgado con su Movimiento Ciudadano se mantendrá expectante para tirar la próxima flecha del golfo, pero buscando el horizonte hacia las tres opciones que aún respiran y que no tienen cola que les pisen: el almirante José Rafael Ojeda Durán, Juan Manuel Diez Francos y Pepe Yunes.
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En noviembre de 2019 el jefe de la república ordenó al gobernador de Veracruz entregar la Medalla Ruiz Cortines al secretario de Marina. Después le entregó las aduanas y otras tareas estratégicas. Bien podría entregarle la candidatura morenista y mandar un guiño a las fuerzas armadas, además de que el xalapeño no necesita enredosas modificaciones constitucionales.
Algunos escribidores oportunistas sienten que el aspecto constitucional se puede arreglar para colocar a Rocío Nahle. Pero realmente es un trance engañoso y muy resbaloso. Y si se impusiera en una modificación legal, AMLO y la señora de Zacatecas se llevarían unos cuantos millones de votos de repudio. Constatarían que para esa tarea sí servirían los ofendidos medios estatales.
Ojeda Durán, José Manuel Diez Francos y Pepe Yunes, son candidatos consistentes, fuertes al principal cargo en la entidad, que no han sido acusados de corrupción, ni de opacidad, nepotismo, ineptitud e incongruencia. A sólo dos años de las auscultaciones y designaciones de candidatos formales en los partidos, estos personajes nacidos en el estado, son las mejores cartas para la reconstrucción que la entidad necesita. Los sinvergüenzas y corruptos ya no tienen posibilidades. Es tiempo de que lleguen los mejores, con apoyo de la ciudadanía que no quiere más sorpresas y decepciones, ni tampoco más nubarrones y tormentas.
El panorama veracruzano se observa bastante claro. ¿O usted, qué opina?