El mandatario nacional y el sistema obradorista cumplen su quinto año tejiendo las condiciones políticas que les aseguren el triunfo electoral el 2 de junio de 2024 para conservar la presidencia de la república y las dos cámaras del congreso de la unión, además de todas las gubernaturas en juego. 

La estrategia diseñada por López Obrador se ejecuta en diversos frentes y todo mundo percibe que Claudia Sheinbaum es la verdadera candidata del residente de palacio y los cinco o seis integrantes de su cúpula.

Para ello han comprado algunas plumas periodísticas y diversos medios de comunicación que difunden y defienden las principales líneas de acción y los “resultados” de este gobierno. Para ello también día tras día publican las encuestas que desde el 1 de diciembre de 2018 son favorables a AMLO y a sus candidatos a los cargos en juego. Esos comunicólogos o analistas políticos insisten en que “no hay oposición” en México, o que si la hay, es minúscula o ridícula. También con ese fin multiplicaron la imagen de Sheinbaum por todo México desde hace muchos meses.

Con esas ideas centrales, supuestamente sembradas en el imaginario colectivo, López Obrador y su gente creen que la doctora Claudia Sheinbaum tiene el camino asegurado para convertirse en la sucesora del actual presidente.

Pero una cosa es tejer condiciones, y otra, construir condiciones reales. Sheinbaum recorre el país con el salvoconducto de López Obrador, es cierto, pero la señora es respaldada por una masa aparentemente amarrada con las pensiones y becas del Bienestar, y no todos los votantes reciben algo del régimen. Y lo fundamental que tiene en contra: la señora no comunica, no convence y es pesada y soberbia en su manera de ser. 

En la Ciudad de México quedó a deber y cometió errores garrafales, entre ellos la elección de 2021, que perdió culpando injustamente a Ricardo Monreal, quien está distanciado con el régimen morenista.

Otro aspecto a discusión es el engañoso modo en que los organizadores conducen a los “seguidores” a los actos multitudinarios de ella. En todo el país están acarreando burócratas y beneficiarios de programas sociales que van de mala gana a los eventos y haciendo contra campaña. Debemos recordar que los burócratas y los beneficiarios irán a donde los manden, prque no quieren conflictos innecesarios, pero a la hora de votar, ellos ejercerán libremente su voto en la soledad y aislamiento que exigen las disposiciones electorales.

Esta circunstancia se observa cada seis años, porque siempre ha ocurrido, en distintas dimensiones, pero a la hora de la verdad, mucha de esta gente vota conforme a lo que le dicta su conciencia. Sólo basta recordar el triunfo de Fox, el de Peña Nieto o el del propio AMLO con padrones de beneficiarios que garantizaban a los gobiernos en turno causar derrotas a los partidos opositores. 

Sin embargo, el problema más complicado para el presidente será la posición real de Marcelo Ebrard, quien desea ser presidente y considera que es su momento, además de que espera la reciprocidad del jefe, a quien lleva apoyando más de 20 años. 

El disgusto de Marcelo Ebrard puede ocasionar dos cosas; la primera, que al verse defraudado por no ser elegido por el dedo mayor, acepte buscar la presidencia con otro partido, como se especula, y se piensa que sería el de su amigo Dante Delgado. La segunda posibilidad, es que zorrunamente se mantenga en Morena, pero haciendo que toda su gente apoye a la propuesta de su predilección, que podría ser la de Movimiento Ciudadano. 

Como sea que ocurra, forjaría tres grandes segmentos de votación que harían una elección de tercios, y si ocurre, va a poner a trabajar en serio a la democracia nacional y a los tres grandes segmentos de población que lucharían por llevar al triunfo a quien consideren mejor.

De tal suerte que se vislumbran en el horizonte tres fuerzas: la del presidente, la de la oposición azul, roja y amarilla y la comandada por Movimiento Ciudadano.  La contienda presidencial parece que será con Xóchitl (que sube todos los días en las encuestas), con Claudia, y con Marcelo o el gallo que determine Dante. 

Por todo lo anterior, la gastada consigna de “Es Claudia”, parece ya un simple espejismo, como mucho de lo que presume López Obrador como logros de la transformación. 

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