Había concluido el Abierto de Palermo y la temporada de polo para Manu. La experiencia adquirida en uno de los torneos más importantes del mundo proporcionaba grandes satisfacciones al jugador gallego. Tras cumplir con ese compromiso deportivo era consciente de que tenía que dedicarle mayor atención a su mujer, quien llevaba semanas mostrándose esquiva y resentida en cada ocasión en que él se dirigía al campo de entrenamiento. Esa mañana habían salido en automóvil desde la ciudad de Buenos Aires. Las bromas, la música y la conversación distraían el tedio del viaje.

Ahora sí, preciosa, me tienes a tu disposición en cuerpo y alma, le dijo a Gabriela. Fue buena la idea de hacer el trayecto por carretera. Sí, mi amor, contestó ella; decidí llegar por sorpresa a Mar del Plata. Quiero conocer Argentina, a su gente y sus costumbres; recorrer la estancia ganadera y montar los caballos que compró mi padre. Y tenía que hacerlo ya, incluso, he llegado a pensar en que algún día podríamos emigrar a este país. Me fascina su estilo europeo.

Qué bueno que te gusta para vivir, a mí también me agrada. La pampa es formidable, como dicen por acá. Y ya que hablamos abiertamente, debo confiarte que estoy preocupado por algunas noticias que me llegaron de España. A qué te refieres, preguntó ella. ¿Qué pasa?

He recibido unos correos con información sobre Matías; son de su época en el gobierno en Pontevedra. Pero quiero que estés tranquila; hasta ahora son simples investigaciones periodísticas. No hay nada firme y sé que ya hizo los arreglos para que no lo detengan. Dicen que en el ministerio de medio ambiente y agua, encontraron una lista de amigos y trabajadores de su casa y de su fábrica, que durante diez años recibieron pagos salariales sin haberlos devengado como funcionarios de la administración autonómica. Se trata de sueldos estratosféricos, ajenos a los estándares laborales. Los reporteros calculan que el importe mensual por esos desvíos fue superior a los dos millones de euros. He pensado contactar a un abogado para que investigue. ¿Estás de acuerdo?

¡Ni se te ocurra hacerlo, te desconozco! ¡Cómo es posible que hagas caso a rumores y dudes de la honorabilidad de mi padre! ¡Me ofendes! ¡Y yo, entregada a ti, como una estúpida! ¡Para, detén el maldito carro! ¡Aquí acabó todo!

¡Cálmate Gaby!, contestó Manu, mientras aparcaba el vehículo a un lado del camino. ¡No es para que me trates así! Creí que había confianza entre nosotros. ¡Sólo intento ayudar! La tomó de las manos y le dijo con suavidad: Yo te amo y no me importa nada más ¡Pero debes entender que el asunto puede complicarse!

¡Porqué nos sucede esto, Dios mío! ¡Otra vez!, dijo Gabriela, llorando y moviendo las manos. La gente envidia a mi padre porque es un empresario exitoso; yo jamás he visto que haya causado daño a nadie. Hace años, cometieron una verdadera injusticia con él y por eso estuvo en la cárcel. Había pedido un crédito al banco de Bilbao y sus enemigos lograron perjudicarlo argumentando que usó documentos falsos para gestionarlo. Y lo que son las cosas, con el paso del tiempo, un día encontró al abogado bancario ya sin empleo, y mi padre, de manera generosa le dio trabajo en el corporativo. Hasta lo nombró director del área legal. Por eso sé que papá era inocente; de lo contrario, no hubiera ayudado al jurisconsulto que lo inculpó.

Yo confío ciegamente en mi padre. Es un hombre intachable y yo también soy honesta. Pero no te daré más explicaciones. Y de una vez te lo digo: ¡Esta es la última ocasión que tocamos el tema, entendido! Si no estás de acuerdo, es mejor que te vayas, remató.

¡Perdóname, mi cielo!¡Jamás quise ofender a tu padre!¡Me queda clara la honestidad de tu familia, que ya es mía!

Y no quiero que tus padres te vean descompuesta y malhumorada, le dijo Manu. En el primer hotel que encuentre, pararemos para que te refresques y tranquilices, y si es necesario, nos quedaremos ahí hasta que te sientas mejor. Y prometo que no volveré a dudar de ti o de tu palabra.

Apenas consiguieron alojamiento, subieron a una habitación con vista a la campiña. Ella se encerró a llorar en el cuarto de baño, mientras él insistía en que saliera. Luego de unos minutos, quitó el seguro a la puerta. Manu se le acercó por la espalda, pegándose a ella. Ante la caricia, Gabriela dio la vuelta y lo besó melosa. ¿Aún me quieres?, preguntó.

Cada día te amo más, chiquita, no lo dudes, contestó él. La luna asomó por la ventana, mientras los enamorados se miraban a los ojos, abrazándose con desesperación. La noche se encargó de reconciliarlos y así pasaron muchas horas. El cálido reencuentro los llevó al sueño tranquilizante.

Con renovados bríos al día siguiente emprendieron el camino hasta la Sierra de los Padres. Antes del mediodía el ruido de un motor avisaba a los de casa que los visitantes se acercaban.

¡Hija, qué linda sorpresa! , dijo su madre corriendo hacia ella.

¡Preciosa, tardaste mucho en llegar!, expresó Matías cuando la abrazó. Deben traer hambre. Pasemos al salón para que descansen un momento y después iremos a un restaurante italiano, propuso. Sus dueños llegaron de La Toscana; se come fenomenal. Los vinos…mmm…son regulares, pero pasan.

¡Papá, la estancia es enorme, como una hacienda! Y está junto a la carretera. En la primera loma, vi el anuncio y un grupo de caballos. ¡¿Son nuestros, verdad?!

Claro hijita, todo lo que viste a ambos lados del camino desde hace media hora, es tuyo. Y los animales que criamos son pura sangre y raza polo, como pediste. También hay algunos percherones.

No imaginan cuanto los he extrañado, dijo Gabriela a Matías, acurrucándose junto a él en un sofá.

Los amo.

Continuará…

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