Soneto onomástico a la manera de Lope de Vega y de Francisco de Quevedo

Va un soneto festivo por setenta

años, ya siete décadas de vida

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contra augurios de pronta despedida

que Amelia, sabia y amorosa, ahuyenta.

Bien librado abandono los sesenta,

y así quisiera acometer la huida

sin que mi lengua sea consumida,

si cien es mucho, menos es ochenta.

Lope reta y Quevedo nos alerta,

ah de la vida, si el ayer se fue

y el hoy se irá mañana, no valdrá

futuro alguno, memoria desierta

y polvo, sólo entonces legaré

las páginas que nadie extrañará.

Daniel Leyva, 28 de julio de 2019

A menos de una semana para su cumpleaños setenta, el novelista y poeta Daniel Leyva accede a una entrevista para Notimex y le otorga un soneto inédito a la sección de cultura de la agencia. Nació un 28 de julio en la Ciudad de México y a la fecha no muestra signos de merma en su escritura.

―A sus 70 años, ¿se siente satisfecho con su carrera de escritor?

―Sentirse satisfecho no sólo sería una estúpida vanidad, sería también reconocer que ya no se está vivo y como, evidentemente, aún no estoy muerto, pues no puedo estar satisfecho de nada. Me falta mucho por escribir, por amar, por leer, por viajar, por conocer.

Estudió la carrera de letras con especialización en pedagogía en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. Al concluir viajó a Francia para estudiar literatura española y latinoamericana en la Universidad de París, ciudad donde residiría durante los siguientes doce años, donde comenzó a escribir sus primeras obras, y de la cuál aprendería que las ciudades pueden llegar a ser más que ciudades.

―Vivió en París varios años, ¿cómo cree que le afecta al escritor pasar una temporada lejos de su tierra?

―No sé cómo le afecte a otros. A mí me marcó para siempre. Viví ahí de los veinte a los treinta y tres años ininterrumpidamente y regreso a menudo. Ahí nació mi hija mayor y ahí, a la universidad, asistieron mis otras dos hijas. París está presente en todos mis libros. París no es una ciudad, es una forma de ver la vida.

Una actividad lúdica

Elegir una palabra del diccionario para comenzar sus relatos, quitar los signos de puntuación a sus textos, inventar o combinar palabras. Éstos son algunos de los retos que Daniel Leyva asume para poner en marcha su literatura. El juego ha sido crucial para él y para su proceso de escritura. Tanto prosa como poesía, nunca se sintió arraigado a ninguna. Osciló entre ambas con soltura y se dejó llevar por el destino de un hombre de letras.

―Para usted, ¿qué tan importante es lo lúdico en la literatura?

―Fundamental. Si quisiera una catarsis iría con un terapeuta. Desconfío de aquellos que cuando escriben lloran y sufren. En varias lenguas la palabra jugar significa también interpretar. Ortega y Gasset decía que el artista, en particular el poeta, es el ventrílocuo de Dios. Escribir es un gozo. Una actividad lúdica. Juego con las palabras, con los personajes, con la estructura, con el diseño de la página y hasta con los lectores, que, para mí, juegan conmigo.

―A lo largo de su carrera ha abarcado obras tanto narrativas como poéticas, ¿se siente más cómodo en alguna de las dos? ¿Qué diferencia tienen sus procesos de escritura?

―Tuve la suerte de joven que Alejo Carpentier me dijera una tarde que los textos escogen su forma y su extensión. Y eso es lo que he hecho. Hace mucho que no me cuestiono si será prosa o verso lo que voy a escribir. Mi nuevo libro, intitulado Divertimento, es una narración escrita en endecasílabos. No es un poema, es una novela escrita en verso.

Escritura y burocracia

A pesar de ser un autor al que poco le preocupa si su escritura cae en la narrativa o en la lírica, en 1976 fue condecorado con el Premio Xavier Villaurrutia por su poemario Crispal (1975). Por otro lado, en 1982 fue galardonado por el INBA y el gobierno de Michoacán con el Premio Nacional José Rubén Romero de Novela por su obra Una piñata llena de memoria. En el año de 1993 recibió el grado de Comendador de la Orden del rey Leopoldo II de Bélgica.

Su labor pública siempre estuvo enfocada a la difusión de la cultura. Fue jefe del Departamento de Intercambio Literario y Difusión Cultural en la Secretaría de Relaciones Exteriores y también director del Centro Nacional de Información y Promoción de la Literatura del INBA. Además, fungió como consejero cultural en Bruselas y ministro para asuntos de cooperación en la embajada de México en Portugal.

―¿Cómo fue el balancear su oficio literario con su trabajo público? ¿Enfrentó dificultades?

―Nunca enfrenté dificultades, ni siquiera cuando tenía mi columna en el unomásuno de Manuel Becerra Acosta. Y nunca traté de sacar provecho de un cargo público para editar un libro. Eso sí, escribía menos. El tiempo y el ánimo, a veces, no estaban para la literatura. Tuve que escoger entre la burocracia y la literatura. No me arrepiento, pero me hubiese gustado haber tenido más tiempo para la escritura… aunque los que salieron ganando fueron los amigos que me leen.

Inexistente, la cultura oficial

Uno de los últimos cargos que ocupó fue en la Dirección de Difusión y Fomento a la Cultura del Instituto Politécnico Nacional (IPN), la cual dejó en 2015. Tenía meditado su retiro para el año anterior, pero decidió aplazarlo debido al movimiento estudiantil. No quiso dejar su cargo hasta que no se resolviera el conflicto. Cuatro años después de su salida del IPN, Daniel Leyva se dedica gozoso al oficio de su vida.

―Luego de haber publicado su más reciente novela, ¿tiene algún plan o ambición literaria para el futuro?

―Apenas hace un par de meses entregué a mi editorial Alfaguara mi último texto. Estoy esperando noticias.

―¿Cómo observa el panorama literario, artístico y cultural en México?

―El sector cultural oficial es inexistente. La comunidad artística y cultural se encuentra confusa, confundida, desconcertada, embrollada… sólo espero que de este caos salgan auténticas obras artísticas y no nos ahoguemos en lo panfletario.

―Si pudiera decirle algo al joven Daniel Leyva que va iniciando su carrera artística, ¿qué sería?

―Tres cosas: que lea, que escriba y que ame.

Con información de Julián Crenier/Notimex

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