La escritora inglesa Tessa Hadley, que este martes ha hablado en Barcelona de su novela ‘El pasado’, ha desvelado que le encanta introducir en todas sus historias un “pequeño secreto, una sorpresa”, con la que provocar algunos giros en la trama.

Acompañada por los editores de Sexto Piso y Edicions de 1984, Hadley ha precisado que el título que sale publicado ahora en castellano y catalán lo escribió en 2015, con lo que es anterior a otras obras suyas que han llegado antes a las librerías españolas como ‘Lo que queda de luz’ y ‘Amor libre’.

En la novela narra lo que ocurre un verano cuando cuatro hermanos regresan a la casa familiar, situada en una pequeña localidad inglesa, un lugar repleto de recuerdos, aunque como su mantenimiento es cada vez más costoso se plantean venderla, con lo que se respira una calma tensa ante la posibilidad de que sea el último estío que pasen juntos.

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La autora de Bristol ha reconocido que en esta ocasión no sabía cuál sería el secreto que introduciría hasta que cuando se encontraba a la mitad del libro lo tuvo claro, retocando algunos elementos ya escritos.

“Es evidente que los secretos son un gran tema porque todas las familias se alimentan de ellos, se bañan en verdades dichas o en los secretos no dichos y, literariamente, son una estrategia fantástica. Es lo que recarga la vida familiar para bien y para mal”, ha argumentado.

Otra cuestión que le interesaba desarrollar en la obra son las relaciones entre hermanos, “un tema muy rico. Yo, como sólo tengo un hermano, me encanta escribir historias de hermanas”.

Las relaciones fraternales son “absolutamente fascinantes, tanto para lo positivo como para los reproches. Un hermano es alguien que conoces como a nadie más, con quien has compartido la infancia, con todo lo que ello comporta”.

Por otra parte, como es habitual en sus tramas, el paso del tiempo está presente, con saltos cronológicos.

Ha rememorado que la novela anterior a ‘El pasado’ hablaba de los cincuenta años de vida de una mujer y “quería hacer todo lo contrario, quería ver lo que le ocurría a una familia en la casa familiar en un período de apenas tres semanas, con los abuelos muertos y sin los padres”.

Desde el principio supo que la madre estaba muerta “y sabía que su ausencia, su espíritu, tenía una importancia clarísima en el presente. A medio libro, sin embargo, empecé a tener la percepción de que era muy plano, le faltaba tensión. Pasé dos semanas malas, hasta que, eureka, pensé que lo que necesitaba era saltar al pasado, a 35 años antes, y hacer revivir a la madre, una mujer de carácter fuerte. Esto es lo que me permite iluminar la historia del presente”.

A su juicio, el paso del tiempo es un tema “rico, interesante, incluso político”.

Influida por autores como Nadine Gordimer, Alice Munro, Elisabeth Bowen o Colm Tóibín, Tessa Hadley ha confesado que hace muchos años escribió cuatro novelas que “por suerte nadie ha publicado” porque es de las que si no tiene claro lo que ha plasmado negro sobre blanco, lo deja, aunque lleve dos años trabajando en una obra, como le ocurrió hace un tiempo.

Ahora, en cambio, “estoy con otra historia, que avanza a buen ritmo y estoy encantada, por suerte”.

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