La semana pasada circuló en Veracruz una encuesta nacional donde se informó que 6 de cada 10 entrevistados apoyan a Claudia Sheinbaum, la candidata presidencial de Morena. El mensaje lo da una de esas empresas encuestadoras que envían cartas frecuentes a los correos electrónicos que de alguna forma consiguen. 

Pero esto resulta engañoso y con fines de manipulación, si se recuerdan los costosos esfuerzos de comunicación que hace el gobierno de López Obrador y que se pagan con recursos públicos

También deberá recordarse que desde su primer día en la silla presidencial, en los principales periódicos de la capital del país se publica religiosamente una encuesta diaria que nos dice la alta popularidad de AMLO, siendo la del sábado, de 55.5% de aprobación (periódico El Economista). 

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La ecuación es muy sencilla y todo mundo la entiende. Si el presidente “ha tenido” en todo su mandato más del 50% de aceptación, resulta muy natural que su candidata también “tenga” tan alta popularidad en los medios de comunicación y encuestadoras que difunden tales datos.

Y esto indica que al estilo de los grandes patriarcas del mundo, el señor López Obrador utilizará todos los medios de que disponga para asegurar una tersa sucesión que le brinde seguridad y tranquilidad a él y a su equipo. Por eso los constantes golpes a la oposición o al periodismo disidente.

Se podría creer que López Obrador apoya a las mujeres y que por eso consiente a Sheinbaum para convertirla en jefa del ejecutivo federal, pero eso es una ilusión o una estéril esperanza feminista, si se revisa y analiza la verdadera situación de las mujeres en su equipo y en su gestión. 

Las mujeres cercanas al ejecutivo federal, están en cargos importantes, pero sólo de manera testimonial y, salvo contadas excepciones, son movidas como marionetas o como simples fichas, si es que siguen al pie de la letra las instrucciones del que manda. La actitud machista del “amigo Andrés Manuel” es bastante obvia y las numerosas pruebas pueden constatarse en las hemerotecas.

El verdadero equipo de AMLO está compuesto principalmente por hombres, y por lo que se observa, sus tres hijos mayores (Andrés, José Ramón y Gonzalo) ocupan sitios preponderantes en las decisiones: recomendación de funcionarios, contrataciones gubernamentales y discrecionalidad en su ostentosa vida pública. Jesús Ramírez, el jefe de comunicación de la Presidencia es otro varón con vara alta en palacio.

Después siguen más hombres: Gertz Manero en la Fiscalía, Manuel Barttlet en CFE,  Octavio Romero en PEMEX, Javier May en el FONATUR del Tren Maya o Mario Delgado en Morena, sin olvidar a Arturo Herrera y Rogelio Ramírez en Hacienda. Pero Hay muchos casos más. Cerca de 30 hombres, si se cuenta a Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Alejandro Encinas, Fernández Noroña, Félix Salgado Macedonio y otros aliados políticos de primer orden.

En el apartado de los gobernadores, a quienes les ha dado todo el poder al estilo virreinal, ahí están los casos de Alfonso Durazo, Samuel García (un naranja guinda), Cuitláhuac García, Cuauhtémoc Blanco y demás impresentables como los gobernadores de Tabasco, Chiapas, Puebla, San Luis Potosí o Tamaulipas, territorios donde el dos de junio la gente de a pie ejercerá su voto de manera libre y soberana para sacudirse a tanto funcionario pedestre y ladrón que no ha dado resultados a la sociedad.

De las mujeres del régimen obradorista, solamente Rosa Icela Rodríguez o Raquel Buenrostro o Delfina Gómez mantienen cierta jerarquía, pero supeditada a la leal y ciega disciplina de muchos años. Ellas sólo ven hacia donde indica el dedo obradorista. Otras como Luisa María Alcalde, Olga Sanchez o Tatiana Clouthier se mantienen como simples veletas.

Así consiguió la candidatura Claudia Sheinbaum, y su horizonte, si ganara la presidencia, es el de cumplir a plenitud las expectativas del actual Club de Toby. Tiene únicamente dos opciones: mantenerse supeditada al patriarca y a su equipo de hombres negociantes, o si en aras de su alta preparación académica y su dignidad, saque el valor para ponerle un avión con destino a una dorada jubilación en un lejano país que hable español. Pero esto es sumamente remoto, casi un sueño guajiro y tropical. Claudia le debe todo a su guía, desde el primer pañal político hasta el último pensamiento de cada día. 

Y volviendo a la dichosa encuesta color guinda. Para el caso de Veracruz, seguramente la aplicaron entre los 150 mil infortunados servidores públicos del estado, a quienes los altos jefes traen azorrillados para que realicen todas las actividades obradoristas extraburocráticas. 

Es muy posible que ellos y ellas, cansados de tanto abuso desde 2018, ejerzan su voto y su consejo familiar, de manera responsable, y libre de las odiosas interferencias cuitlahuistas.

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