Ha iniciado el año y el presidente de la república lo comienza con un ataque a la Torre Arista que se construye en la ciudad de Veracruz desde el año 2019, y que él descubriera durante una visita al puerto en junio pasado. A López Obrador no le ha importado la fuerte inversión que realizan los empresarios que desde el inicio cumplieron con los requisitos de ley y que, en los meses previos a la molestia de AMLO, jamás recibieron aviso o disposición oficial de detener los trabajos de construcción.

La obra prácticamente está concluida y parece un grave error bloquearla y detener las inversiones complementarias y la generación de empleos que detonará en la zona. Como igualmente grave y coincidente, es el paro de trabajos en el desarrollo denominado Puerto Caoba que se ubica en Villa del Mar, y donde también se están perdiendo recursos millonarios y posibilidades de desarrollo comercial y turístico.  Bueno sería que Paty Lobeira, la alcaldesa de Veracruz, reactivara ambos proyectos inmobiliarios hasta su debida conclusión.

En junio pasado el presidente de la república hizo un inesperado comentario en relación a que no le gustaba un edificio de 24 pisos que se construía cerca del Faro Venustiano Carranza en la Ciudad de Veracruz, a una cuadra de la Macroplaza y del malecón. Se trata de la Torre Centro o Torre Arista 500, mencionada, y, como señaló el mandatario en su crítica, efectivamente rebasa en altura a los edificios de la zona. Sin embargo, y como se ha insistido, la primera piedra se colocó desde el año 2019.

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Debido a esa novedosa expresión presidencial, el gobierno del estado ha realizado acciones persistentes para suspender o cancelar la obra que se construyó en 14 mil 770 metros cuadrados para dar cabida a áreas comerciales, a 54 departamentos de lujo y a un hotel 5 estrellas. 

A partir del comentario de López Obrador, mucho se ha dicho en torno a ese desarrollo inmobiliario. Que los propietarios son gente cercana a la familia Yunes Linares. Que no se cumplieron adecuadamente los requisitos legales que debe tener una construcción de esa magnitud. Que se afecta el paisaje citadino, que va contra las aves migratorias, además de que los vecinos han sido molestados con escombros, polvo de la construcción y hasta daños estructurales en sus viviendas, aspectos, estos últimos, esgrimidos por el procurador ambiental, por el área de protección civil o por el titular de medio ambiente del estado.

Hasta ahora la empresa ha ganado dos amparos y ha podido continuar con la construcción que se encuentra en etapa de acabados. Los expertos valuadores han dicho que en la obra negra se invirtieron 80 millones de pesos y que la inversión total es de 270 millones de pesos.

Los trámites de ese proyecto fueron iniciados desde la época del exalcalde Ramón Poo Gil, como también lo fue la autorización del desarrollo inmobiliario Villa del Mar, cuyo proyecto cuenta con plaza comercial, un hotel 4 estrellas y un edificio de 25 pisos, iniciativa ahora relanzada como “Puerto Caoba”, actualmente detenida.

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A los sectores productivos y a la sociedad porteña se les hace raro que el gobierno del estado nunca dijera nada antes de esa visita del mandatario nacional. Tampoco ha dicho nada para promover la remodelación de los 150 inmuebles históricos abandonados que se derrumban día tras día en el centro histórico y que el INAH tampoco atiende.

Lo que el estado de Veracruz necesita son inversiones fuertes para mover la economía y fomentar el empleo y, sobre todo, impulsar y dar tranquilidad a los inversionistas que arriesgan su dinero.

No tiene ningún caso obstaculizar desarrollos inmobiliarios cuando estos ya están levantados y en etapas de acabados. En el caso de la Torre Arista—como ocurre en el caso de Puerto Caoba—ya hay inversiones considerables y avances importantes que recomendarían una decisión de otro tipo más favorable, la que daría confianza a los dueños del capital y a la propia población porteña que necesita más y mejores empleos.

El presidente haría bien en escuchar a todas las opiniones en el municipio de Veracruz. Sería una gran oportunidad para relanzar su cuarta transformación con criterios y decisiones incluyentes y acordes con los tiempos que vive el mundo.

Mucho se ha destruido en el estado de Veracruz en este siglo, como para continuar en esa dirección a causa de circunstancias políticas y ajenas al sentir ciudadano. 

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