Los hechos y circunstancias que muestra la Cuarta Transformación hacen pensar que en años venideros las mujeres pueden llegar a ocupar posiciones más importantes que las que ahora disfrutan.

Y esto no ocurrirá debido a que López Obrador las esté impulsando abiertamente hacia esos objetivos. Por el contrario. Su régimen las ubica en niveles secundarios y no en puntos o criterios de igualdad respecto a los hombres. 

Las actitudes presidenciales denotan marcado menosprecio. Las mujeres que aparecen en cargos de mayor relevancia, su ascendencia sobre el presidente es menor y se da siempre y cuando ellas no presenten o manifiesten ningún tipo de divergencia o falta de empatía. Ese es el caso de Claudia Sheinbaum o Rocío Nahle, las más encumbradas y también las más solícitas a complacerle los estilos machistas o anquilosados. No así el triste papel de la secretaria de gobernación, sin duda la más ninguneada de las tres y que ha sido calificada no pocas veces como la secretaria “florero”.

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El presidente tiene hombres fuertes: Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal. El resto del equipo son simples alfiles.

Desde la desaparición de las guarderías infantiles, pasando por los feminicidios y la marcha nacional invisibilizada por AMLO, hasta las tres renuncias femeninas de estos días en el gabinete federal, parece que los temas de interés para las mujeres mexicanas no lo son para el jefe de las instituciones nacionales. Incluso aquí debe recordarse que el ejecutivo federal obligó a su esposa a recular, cuando ella misma en redes sociales había manifestado su respaldo al gran paro nacional de mujeres en marzo pasado (“El nueve nadie se mueve”).

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Y estos malos antecedentes que denotan evidente discriminación obradorista hacia el género femenino, pueden llegar a generar una gran opinión nacional en beneficio de los asuntos y de las movilizaciones en pro de las mujeres en cuanto se controle la pandemia. La realidad es que la decepción y la inconformidad que sube día tras día, pueden mover montañas y crear ríos caudalosos. La lucha fallida contra el coronavirus, la permanente inseguridad pública y la creciente crisis económica están sembrados y abonan a esas causas sociales.

Si este estado de cosas se traslada a Veracruz, si se considera que los últimos gobiernos estatales -dirigidos por hombres- han sido sumamente cuestionados, y si se descubre que el discurso anticorrupción de Yunes Linares y de Andrés Manuel y de Cuitláhuac solo fue para manipular el voto, pudiera creerse que es momento para que una mujer sea la que gobierne a Veracruz. Las elecciones de 2024 pueden ser la oportunidad esperada.

Y quiénes son las damas que parecen moverse en esa dirección. Por el partido oficial, la propia Rocío Nahle siente que llegó su momento y que tiene todos los apoyos y los méritos. Y hasta podría presumir que Andrés Manuel ha dormido en su casa de Coatzacoalcos. Si su jefe continúa creciendo, ella puede alcanzar la gubernatura, de lo contrario, el padrinazgo funcionaría en su contra.

Por el lado de la oposición, en el equipo panista de Yunes Linares, el hombre del estero de Boca del Río tiene a la senadora Indira Rosales como bateadora emergente, para el supuesto de que el rey azul no pudiera defender el nepotismo y la candidatura para Fernando Yunes Márquez. Porque no se cree que repitiera con el primogénito derrotado por Cuitláhuac y Morena.

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Por parte del PRI, Anilú Ingram la desea fervorosamente. Su problema es que como transporte tiene un pobre cascarón de hojalata conducido por un chófer de igual material y cero ideas, criticado porque sus movimientos molestan a sus vecinos del puerto y los produce algún titiritero cercano.

La cuarta interesada es Cinthya Lobato con su partido político Unidad Ciudadana, recientemente autorizado. De todas ellas, es la que podría conjuntar apoyos ciudadanos, de sectores empresariales, de miles de mujeres veracruzanas, del Clero y la feligresía, y hasta de Dante Delgado y su partido (su difunto padre fue tesorero de Convergencia por la Democracia, hoy Movimiento Ciudadano).

La quinta propuesta, cuyo nombre está en construcción, podría llegar desde la propia sociedad organizada, con el respaldo de uno o de varios partidos. Candidatas hay varias, son personas preparadas, y seguramente trabajan asesoradas por grandes personajes del poder en Veracruz.

Cinco damas que podrían hacer una campaña decorosa para llegar al palacio de gobierno de Veracruz. Desde luego, estas opciones tendrán que hacerse notar en las elecciones intermedias del año próximo.

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