Seguramente el esforzado cumplimiento de compromisos plasmados en el segundo informe de gobierno entregado al congreso estatal el domingo anterior, provocó que el ejecutivo veracruzano terminara totalmente rendido. A la nebulosa borrachera de cifras, imágenes y satisfacciones personales agregadas en el discurso del histórico documento, tenía que sumarse un merecidísimo y plácido san lunes. 

Esa podría ser la conclusión de lo que se vio y escuchó en el Teatro del Estado ante la complacida mirada de Rocío Nahle, la representante del presidente de la república, que regresó con la encomienda de felicitar al director de la CFE por el apoyo otorgado a Veracruz.

Como lo hicieron todos los gobernadores anteriores, Cuitláhuac García presentó decenas de fotografías mientras narraba cantidades de dinero y de obras o acciones, pretendiendo demostrar con ellas el cumplimiento cabal de las obligaciones que a su cargo confiere la constitución estatal.

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De acuerdo a lo manifestado, y para no hablar de áreas más cuestionadas, parece estar muy contento con el secretario de educación por haber ejercido “mil 391 millones de pesos con más de 480 obras concluidas al corte de hoy”.

Habló de todos los sectores del gabinete y se esmeró en felicitar el trabajo de cada uno de los secretarios, agradeciendo la aportación de los alcaldes en las obras bipartitas o tripartitas y en varias ocasiones a Hipólito Rodríguez, presidente municipal de Xalapa.

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Como para convencerse de ello y que se lo crean los honrados de su equipo, repitió de varias maneras y cansinamente las machaconas expresiones de su guía y protector: Cuitláhuac y los cuitlahuistas son honestos como nadie antes. En el mensaje también abusó de las culpabilidades pasadas. La seguridad pública y las finanzas están bien, recalcó.

Al terminar de explicar lo que consideró más representativo de cada una de las secretarías de despacho, solo repitió el estribillo “Estamos Cumpliendo”, agradeciendo a Nahle, pero sin mencionar a López Obrador.

El ejercicio informativo de García Jiménez recordó aquella pequeña anécdota de los niños de la casa cuando se reunieron para romper la alcancía que sentían pesada y rebosante. Los hermanos vieron con satisfacción y orgullo las doscientas monedas y algunos billetes que salieron del cochinito. Y el más emocionado gritó a pulmón entero: “Miren todo lo que tenemos”.

Pero eso es ingenuidad muy lejana a la triste realidad que cobra los actos y decisiones de los humanos. Ya se verá si el cúmulo de “obras realizadas” y lo bien portados que presumen ser él y sus muchachos, alcanzan para convencer a los veracruzanos en la elección de junio de 2021.

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