Desde que Rocío Nahle García llegó de Zacatecas a Coatzacoalcos, su vida laboral ha estado relacionada con la ingeniería y con el petróleo. Su carrera profesional la hizo en Pemex y formó una familia en el sur de Veracruz. Ha sido una de las compañeras más leales a López Obrador y cuando este alcanzó la presidencia de la república, de su mano y con su protección, ella también comenzó a destacar en la política nacional.

Lo había acompañado en la campaña y en la boleta electoral como candidata a la senaduría, posición que ganó y que dejó casi desde la toma de posesión para convertirse en secretaria de energía del gobierno obradorista, cediendo a Gloria Sánchez su escaño en el Senado de la república.

En ese tiempo de deslumbrante encumbramiento y primeros frutos como cercana a AMLO, Palabras Claras le dedicó el editorial del 30 de enero de 2019 con el título NAHLE, NAHLE, NAHLE, NO PIERDAS EL TINO”. En esa publicación se observaba a la alta funcionaria como posible candidata a la gubernatura y se le encomiaba a continuar por el camino de los éxitos y la eficacia y tino en su carrera política.

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Pero pareciera que Rocío Nahle tomó ese augurio o consejo editorial, solamente en su vinculación popular con los placeres de la fiesta, el desparpajo, la relajación, el abuso y el exceso en el encargo público. 

Porque se ha visto que los encargos que el mandatario nacional le dio, hacen pensar que la ingeniera petrolera se comporta como si ella se empeñara en ser la que rompa la piñata en cada fiesta a la que va y llevarse todo. La funcionaria federal ha resultado ser la evidente y clara beneficiaria de presupuestos, posiciones políticas, influencia regional, mimos, dones y beneficios del altísimo honor de estar con Obrador.

A la señora Nahle, el inquilino del palacio nacional le ha perdonado el descomunal incremento presupuestario que ejerció en la construcción de la Refinería de Dos Bocas, bocas en obra y en ávidos empresarios de cuña morenista, que han engullido más del doble de los recursos originalmente planeados y que ella misma anunció presuntuosa desde el inicio de los proyectos ejecutivos que después fueron cuestionados. 

También se le han perdonado las críticas, cuestionamientos y señalamientos, porque hasta ahora, la refinería no refina nada y no produce gasolina, como se prometió. Se le perdonaron además los reclamos de ambientalistas que informaron que la enorme construcción se erigió sobre humedales y manglares rellenados a costos exorbitantes. 

Y en palacio nacional se le ocultaron esas tremendas fallas, para así poder convertirla en candidata a la gubernatura, independientemente de que grandes sectores del morenismo veracruzano exhiben su lejano zacatequismo y desconocimiento del estado veracruzano.   

Y esa actitud o serie de prácticas irregulares y corruptas en un burócrata mexicano, ahora es reforzada por descubrimientos periodísticos de que ella y su familia poseen millonarias propiedades de alto rango inmobiliario en el exclusivo desarrollo El Dorado en la zona lagunar costera de Alvarado, aledaña al desarrollo turístico-habitacional de primer mundo en la ciudad de Boca del Río, de altísima plusvalía y con residencias que cuentan hasta con atracadero para embarcaciones pequeñas y veleros de uso familiar.

Todo esto recuerda al profesor Carlos Hank González, un humilde profesor de primaria del estado de México, que llegó a ser líder priista nacional, gobernador y después empresario y multimillonario en varios ramos de la economía; uno de los políticos nacionales de las épocas negras del priismo más revolucionario y transformador, que dejó para la posteridad aquel viejo lema para avanzar sin escrúpulos: “Un político pobre, es un pobre político”.

Como ha documentado con profusión el periodista Carlos Loret de Mola, algunos familiares e hijos de López Obrador han seguido al pie de la letra esa reveladora lección de crecimiento financiero con recursos públicos, como se constata que también ha seguido atinadamente Rocío Nahle, la candidata a gobernadora de las únicas encuestas “que no mienten”, y que afirma contar con el voto prometido de los más de ciento cincuenta mil burócratas del gobierno de Veracruz y de más de un millón de beneficiarios de programas sociales de la federación, que los oportunistas funcionarios cuitlahuistas acarrean como dóciles manadas de borregos a los actos y mítines de Morena.

Con mucha razón se puede afirmar que Rocío Nahle ya no es una pobre política, gracias a su generoso mentor y guía y a los puntuales impuestos que pagan los mexicanos.

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