En el circo informativo presidencial del viernes pasado, el director general del IMSS se acordó de don Miguel Hidalgo para intentar una buena grilla nacional y proponer la entrega de medallas y reconocimientos a médicos y enfermeras que destaquen en la lucha contra el coronavirus.

Habrá que recordarle a Zoé Robledo que los médicos no buscan homenajes y no funcionan como algunos periodistas, artistas o personajes con otro tipo de profesiones que buscan medallas, premios, condecoraciones o puestos públicos.  Acostumbrados a honrar a Hipócrates, los doctores y las enfermeras suelen mostrar generosa sensibilidad humanista y actitud patriótica ante los escenarios complejos, muy similares a lo mostrado en su tiempo por el Padre de la Patria. 

Y si esta metálica iniciativa de Zoé o del mismo AMLO llega a avanzar, ojalá y su extraña visión del sistema nacional de salud no los conduzca a otorgar una de estas medallas a un médico simulador e inventivo como el subsecretario López Gatell, este sí, bastante interesado en conseguir el reconocimiento de los jefes, más que de la sabia sociedad que todo lo ve.

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Imaginemos ahora, lo que sentirían los médicos “reconocidos” con esta premiación que huele a faramalla mediática y política. Será que los premiados sentirán un gran honor, si tal diploma o reconocimiento viene firmado por un mandatario que ha incurrido en tantas fallas e irresponsabilidades respecto a la salud de los mexicanos. 

Ejemplos y muestras sobran. Una, la disminución de presupuestos federales para la salud desde 2019; otra, la desaparición del Seguro Popular y el despido de miles de médicos; en seguida, el hecho de darle más apoyo económico a los ninis que a los jóvenes médicos egresados; otra más, la errática y simuladora apertura del pomposo Instituto de Salud para el Bienestar (el INSABI); una bastante inquietante, los actos de corrupción actual como los recién comprados ventiladores marca Bartlett.

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Y el caso más delicado: el haber desestimado la gravedad de la pandemia, resistiéndose a dotar de equipos, insumos y medicamentos básicos a los hospitales, y con ello, dejando en peligro de contagio y muerte a miles de trabajadores de la primera línea de batalla del sector salud del país, los médicos, las enfermeras y el personal administrativo y de limpieza.

No señor Robledo, esa no fue una buena idea. Lo que médicos y enfermeras merecen, son condiciones laborales óptimas, acordes a su nivel de responsabilidad y profesionalismo. Mejores sueldos, razonables jornadas laborales, equipos modernos y suficientes, medicinas de calidad en los hospitales, implementos de prevención y protección, y no de carácter momentáneo o temporal, sino de manera definitiva.

Cuando un presidente de la república otorgue o se preocupe por estas condiciones básicas de operación hospitalaria, entonces sí, pónganlo a firmar diplomas y a entregar esa clase de reconocimientos. 

Y respecto al zoquete instante en que usted propuso la entrega de 58 reconocimientos a lo más granado del sistema de salud, solo para recordar la edad con que murió el héroe nacional, se escucharía mejor que premiaran a 58 mil médicos y enfermeras, y que esto no ocurra con su modelo casi de consulta pública y popular que propuso el viernes. La consulta democrática entre directivos, médicos y enfermeras, sería la forma correcta. Porque de otra manera, ya sabríamos para qué y por dónde van los tiros.

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