A finales de septiembre próximo iniciará un nuevo periodo de siete años para el Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz (ORFIS). Como lo establece la ley en la materia, el actual auditor general, el contador público Lorenzo Antonio Portilla Vázquez ha decidido participar para una segunda gestión como responsable de ese órgano autónomo.

El funcionario vivió y conoció los regímenes gubernamentales de Javier Duarte de Ochoa y de Miguel Ángel Yunes Linares. Desde 2012 a la fecha, auditó cada uno de los años de esos gobiernos, y también conoció las diferentes irregularidades cometidas, lo que le llevó a obligadas denuncias ante las autoridades correspondientes.

Los medios de comunicación estatales y nacionales han dado cuenta de todos esos señalamientos reiterados en los últimos tiempos por Portilla Vázquez.

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Entendemos que la decisión del auditor para continuar en el cargo, obedece a varias motivaciones. La primera, la necesidad de conservarse en el cargo, para poder cerrar y complementar, hasta donde sea posible, toda la tramitología relacionada con esas denuncias que, desde luego, tendrán las consabidas apelaciones y resoluciones de las instancias judiciales correspondientes y hasta mediáticas.

La segunda motivación, es la de mantener la fuerza y seguridad indispensables, para enfrentarse en todos los terrenos posibles, considerando la relevancia y poder económico y político que tienen los dos exmandatarios denunciados y todos aquellos excolaboradores que se vieron involucrados en esas denuncias.

La tercera preocupación de Antonio Portilla es que se pongan en riesgo los archivos, comprobantes y cuentas que sustentan las denuncias referidas, al desaparecerlas total o parcialmente, dando la posibilidad de que estas se archiven y con ello descansen las almas que no le cumplieron a los veracruzanos.

Y en esta última preocupación, puede estar la explicación entendible de que algunos actores que integran las cámaras empresariales o los colegios de profesionales -como la de la construcción, el colegio de contadores y auditores- estén manifestando su rechazo a la continuidad de Portilla Vázquez al frente del ORFIS.

No debe olvidarse que algunos de esos empresarios-políticos de la construcción, o de la auditoría gubernamental y privada, quedaron manchados y atorados en el alambre en la contratación o subcontratación fraudulenta de obras y servicios públicos, en la utilización de facturas que no fueron sustentadas con bienes o servicios, o en la elaboración de peritajes y auditorías a modo, que confirmaron complicidades por ausencia o presencia en la indebida utilización de recursos públicos.

Los involucrados en esas denuncias del ORFIS -exfuncionarios, políticos y empresarios- se queman en un auténtico infierno y sufren un ya largo sinvivir que los mueve a ponerle zancadillas al auditor Portilla. Rezan para que se marche a su casa y descuide la fortaleza que hasta ahora se ha edificado en esa institución fiscalizadora. Por ello, con intentos desesperados, divulgan infundios y descalificaciones que buscan confundir a los entretenidos legisladores, políticos veracruzanos y alguno que otro del altiplano.

Y justamente por esa misma razón, Lorenzo Antonio Portilla Vázquez debe continuar en el ORFIS como responsable del cuidado de esos archivos sensibles y fatales para todos aquellos transgresores de la Ley y las diversas disposiciones normativas.

La mitología griega mostró a la posteridad la estratégica importancia de Cancerbero (el Can Cerbero del reino de Hades), el monstruo de cincuenta cabezas que estaba encargado de las puertas del infierno, cuya severa y demoniaca vigilancia impedía que quedaran sin castigo los arrepentidos pecadores y que los vivos no pudieran entrar.

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