Ante el embate nacionalista de Donald Trump, la presidenta Claudia Sheinbaum necesita mostrar una actitud nacionalista también, pero soberana y auténticamente patriótica. Debe olvidarse del modelo Ortiz Rubio que le impuso AMLO, debe abrazar lealmente a los sectores productivos del país, debe acabar con los esquemas de odio heredados por la 4T y sobre todo, acabar de tajo con los sistemas corruptos y centralistas que promueve y que en nada abonan al progreso de un país. 

Principalmente debe trasparentar la obra pública de su antecesor y auditar procesos y resultados, sin continuar haciendo obras por ocurrencia y sin planeación.

La economía del régimen obradorista no creció más allá de un pobre porcentaje sexenal (1.3% en 2024), y los escenarios de recesión que anuncian los tiempos de Trump, obligan en primer término, a acabar verdaderamente con la política de “Abrazos y no balazos” que inició de manera autocrática e irresponsable López Obrador con la delincuencia organizada, situación que a diario enarbola ahora el presidente de Estados Unidos para casi todo lo referente a México. 

Y el mandatario estadounidense lo está demostrando con su insistente discurso de que aquí se convive con el narcotráfico que tanto ha afectado al país vecino en los últimos años, con el argumento del fentanilo que les llega desde nuestro territorio y que causa más de 300 mil muertos anuales allá. Muchos especialistas consideran que a eso y a la incesante emigración al país del norte, se deben los aranceles del 25 por ciento que Trump impuso a los productos y mercaderías provenientes de suelo mexicano, a partir del 4 de febrero de 2025. 

La coyuntura se le presenta a Claudia Sheinbaum con estos hechos, y mal haría ella, en no aprovecharla para unirse de una vez al pueblo de México, al pueblo que no es sólo ese “pueblo sabio” y conformista que aplaude ciegamente las dádivas monetarias que le entrega el gobernó federal y que constituyen un auténtico regalo envenenado, envenenado, porque no se sustenta en producción real, en ingresos tributarios de la nación o en índices económicos boyantes, sino que emana principalmente de deuda pública, deuda que cerró el año 2024 superando los 17 billones de pesos, monto multimillonario, que tristemente pagarán los hijos y los nietos de todos los ciudadanos, quién sabe en cuántos años, décadas o siglos. 

Esta coyuntura se ha dado desde este mes de febrero, y debe aprovecharla la doctora Sheinbaum, la científica y la preocupada por el humanismo, como afirma en cada oportunidad. La doctora debe recordar que México es el principal proveedor de Estados Unidos y que el año pasado le vendió a esa nación, bienes por más de 460 mil millones de dólares. Bienes o productos que se elaboran con mano de obra mexicana y que es preciso conservar las fuentes de empleo.

La mandataria nacional debe terminar en serio y no con medidas efectistas, la nefasta estrategia del abrazos no balazos, y con la cara en alto, pedir el apoyo que sin duda le darán todos los mexicanos, hombres y mujeres, que ella misma ha excluido, con la infantil actitud de voltear para otro lado, por conseja o a instancias de su formador y líder muy visible en la política mexicana. 

El tiempo de Sheinbaum es éste, y no en el mejor horizonte, este que le imponen Trump y las condiciones de recesión crítica que se visualizan y que podrían llegar este mismo año, si no se corrigen muchas cosas a tiempo.

Es el momento, señora presidenta de México. No pocos quieren su derrota, pero los mexicanos y las mexicanas conscientes, quieren apoyar al país, siempre y cuando se les convoque con cartas abiertas, con palabras convincentes y con actitudes claras. Una equivocación en este instante, Presidenta, conducirá a un retroceso mayor y a una debacle económica y social sin precedentes.

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