El gobierno de López Obrador enfrenta tres delicados problemas: el primero corresponde a los 100 mil muertos que acumulará la pandemia de COVID-19 en el país en cuestión de horas. El segundo tiene que ver con las irresponsabilidades y falta de atención a los miles de damnificados en su estado natal debido a las fuertes lluvias e inundaciones. El tercero se refiere al proyecto de presupuesto federal para 2021 que se negocia en el congreso y que dejará muchos inconformes. Todo esto sin contar la difícil problemática económica y las permanentes fallas en la seguridad pública.

Pero lo peor de todo es la repetición de errores obradoristas, proclives al circo, a la magia y a los distractores como salida fácil para continuar haciendo como que no pasa nada. De tanto viajar por esa ruta, el presidente y los jefes mayores ya no tienen mucho qué enseñar a los mexicanos para convencerlos de las bondades del régimen.

En el imaginario colectivo nacional se acrecienta la idea de que México es un país de cuarta que no tiene buena imagen y que tampoco encuentra el camino. El extraño apresamiento en Estados Unidos y la comprensible y necesaria liberación del poderoso general Cienfuegos, corroboran lo que se dijo el 18 de octubre pasado en el editorial EL MÉXICO BANANERO: TRANSFORMACIÓN O DESCOMPOSICIÓN

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A pesar de tantos errores -que hacen pensar en que la incompetencia se volvió crónica-, el gusto o fijación enfermiza por esa equivocada ruta no cesa. Y los ejemplos son abundantes y en todos los ámbitos. Aquí van algunos distractores al estilo AMLO:

La sabrosa zaga peñanietista con todo y Emilio Lozoya, la estafa maestra, Rosario Robles y Videgaray, darán semanas de entretenimiento y furor, como el propio desenlace del caso del general Cienfuegos. Ya veremos después de las elecciones de junio, cuántos y cuántas resultan con sentencia penal o con absolución. 

Totalmente descarrilado, López Gatell da cotidianas clases de estadística y estulticia y dice que la letalidad del virus está arribita del 3%, burlándose de la sociedad, de los médicos y de las familias de los miles de caídos y enfermos graves en los hospitales.

La directora de CONAGUA va a Tabasco y les dice a los inundados que tienen que acostumbrarse a lo que sufren porque allí viven. Expresión grosera la de ella, envalentonada después de escuchar a su jefe decir que “tuvo que inundar a los más pobres para salvar a Villahermosa”. 

El día de ayer en la conferencia mañanera y de la manera más inesperada, algún cómplice mediático de palacio nacional saca al escenario a Fidel Herrera, retirado de la política y enfermo en su casa desde hace muchos meses. Ebrard contesta que la cancillería a su cargo no sigue ninguna investigación al exgobernador sobre su época en el consulado de Barcelona.  

Y ya colocados en Veracruz, cabe señalar que en este estado se sigue al pie de la letra la ruta distractora de moda. No hace muchos días se difundió masivamente el rumor de que la iglesia no había compartido con los albañiles la ganancia por el descubrimiento de un inmenso tesoro de monedas de oro encontradas en los trabajos constructivos de un inmueble religioso en Xalapa. Tuvo que salir el vocero de la arquidiócesis a aclarar la falsedad. No hay tal oro, solo es un distractor, dijo el padre Suazo. 

El país se cubre de fuegos artificiales que dibujan arabescos y formas multicolores que contrastan con la oscuridad de un cielo que sospechamos no trae buenos augurios.

Escenas cada vez más frecuentes parecen ser objetivo premeditado de un régimen desnortado que abusa de los artificios sin darse cuenta de que nos hallamos inmersos en la mayor crisis sanitaria, económica y social de los últimos cien años. 

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