A pocos días de que se cumplan seis meses de padecer el coronavirus en México, el municipio de Veracruz carga con el penoso primer lugar estatal por el número de fallecimientos causados por esta enfermedad. El pasado lunes la entidad llegó a 3,587 decesos y el puerto sumó los 822.

Las cifras resultan críticas, pero lo más preocupante es que las autoridades no saben cómo disminuir el contagio entre la población, mientras llega la vacuna salvadora. 

Los funcionarios federales, estatales y municipales no muestran la responsabilidad, la sensibilidad y la tolerancia suficientes para reunirse a trabajar coordinadamente en la búsqueda de alternativas de contención, en realizar diagnósticos, pruebas y seguimientos de infectados, en encontrar opciones más seguras en los traslados de la gente por la ciudad, o en algún tipo de escalonamiento para que los que deban salir a la calle, lo puedan hacer con menor riesgo en el contacto obligado por actividades laborales o por compra de suministros.

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El gobernador Cuitláhuac García ha preferido mirar hacia otros lados y lucir afilada moruna para ponerse a chapear camellones en plena época de lluvias. El doctor Ramos Alor continúa apoltronado en su oficina, convertido en el hombre invisible del sector salud veracruzano. El “científico” obradorista López Gatell vive más pendiente de encontrar las frases y argumentos del día para continuar cantinfleando y descubriendo las curvas y mesetas de la incontrolable pandemia. 

Y por si no bastara con esas autoridades omisas, al principal responsable, el alcalde Fernando Yunes, le sobraron apellidos y le faltó cacumen y liderazgo para dirigir decorosamente al ayuntamiento que encabeza. 

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El municipio de Veracruz tiene más de 400 casos sospechosos de coronavirus (el 20% del total estatal) y ha rebasado los seis mil doscientos casos confirmados (el 23% del total). Su cifra de decesos, representa el 23 por ciento del total de muertes en todo el estado: en números gruesos, la cuarta parte de todos los casos.

Quizá haga falta mayor participación del sector patronal y la intervención del ejército para dar seguimiento y localizar a los contagiados, buscando tenerlos en casa o en centros de atención, a fin de reducir esta tragedia que puede ser aún mayor. No olvidemos que el municipio de Veracruz está entre los cuatro municipios del país con mayor afectación y decesos por Covid-19, hasta este momento, solo superado por los municipios de Mexicali, BC; Centro, Tabasco y Gustavo A. Madero en la CDMX.

Cuando pasen los años, para entender la evolución del virus y su tratamiento en el puerto, la gente buscará evidencia documental de las reuniones de autoridades, de minutas de trabajo y acuerdos interinstitucionales junto a fotografías que denoten la comunicación, la preocupación y la armonía entre las partes involucradas. 

Cuitláhuac García Jiménez y Fernando Yunes Márquez tienen una gran responsabilidad en este asunto y una oportunidad de encauzar la nave que tienen al garete. La historia nacional no perdona la falta de humanidad y el exceso de errores gubernamentales. Y más cuando estos contribuyen a llevar a la población al precipicio.

Es hora de que Cuitláhuac y Fernando abandonen la autocomplacencia y la soberbia.

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