Prometedoras han sido las declaraciones de la nueva contralora general del estado, Mercedes Santoyo Domínguez. La señora afirma que ella no será una autoridad coercitiva, sino que más bien realizará una gestión preventiva. Como se recordará, la ingeniera Santoyo sustituyó hace pocas semanas a una estridente dama que dejó en el recuerdo sus modernos atuendos y peinados y su invisible colaboración en el poder ejecutivo de Veracruz.

El tema de la prevención es acertado y urgente en el gabinete de Cuitláhuac García Jiménez, si es que en verdad -como insiste en sus promocionales de Facebook- el gobernador no quiere caer en las opacidades, irregularidades y corruptelas de los regímenes anteriores. 

Esa prevención es necesidad prioritaria si se considera que el presupuesto estatal, por primera vez, arroja un impactante e inédito subejercicio en todo aquello que tiene que ver con el gasto asociado a las actividades productivas del campo, a la obra pública y a los programas sociales para el combate a la pobreza. 

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Lo único que los cuitlahuistas han gastado en tiempo y forma es lo que tiene que ver con los sueldos que cobran con orgullo y sin prejuicio alguno y las erogaciones relacionadas con la administración de las oficinas públicas, como son arrendamientos, compras de insumos, mantenimiento de vehículos y viáticos para recorrer el estado.

Por eso es que casi no hay resultados de gobierno, aunque hablen de un informe, que hay que rendir porque así lo dispone la Ley, no porque exista un cúmulo de obras y acciones para divulgar. Los veracruzanos conocerán un documento que, de entrada, ya se sabe que está vacío de logros, pero lleno de palabras autocomplacientes.

Sin embargo, si lo afirmado por la contralora va en serio, como lo quiere creer la sociedad, la funcionaria tendrá mucho que revisar en dependencias como la SIOP, la subsecretaría de administración en SEFIPLAN, todas las áreas del desarrollo agropecuario, el sector salud, seguridad pública y la SEDESOL, instancias donde los subejercicios y las asignaciones directas son procesos acostumbrados. 

La contralora deberá colocar afiladas antenas en dos áreas que suelen gastar mal y a discreción: COBAEV, con el avispado y millonario Noé Hernández y, en el DIF estatal, con la astuta Verónica Aguilera y el exquisito bon vivantHéctor Ruz, tres personajes con pésimos antecedentes, pero bastante cercanos al afecto del primísimo Eleazar Guerrero.

Mercedes Santoyo tendrá que organizar sendos cursos de capacitación a mandos medios y superiores para que aprendan a realizar los procesos licitatorios con apego a la Ley, y que estos se programen adecuadamente para no volver a incurrir en subejercicios que dañen las posibilidades de desarrollo de la población. 

Si logra que la escuchen esos servidores públicos, deberá hacerles notar que las vacaciones ya terminaron y que tendrán que desquitar los emolumentos recibidos. Ojalá e incluyera por delante una revisión de los perfiles y trayectorias y mande a titularse a la gran mayoría que carece de cédula profesional.

Y que, a diferencia de su antecesora Leslie, cumpla cabalmente con las funciones a cargo. Que no se dedique a brindarle “mercedes” (favores, beneficios, dádivas) a los cercanos al jefe. Que procure a los santos y, sobre todo, que clausure los hoyos por donde se pierden los recursos del erario.

Demos prudente tiempo y el beneficio de la duda a Mercedes Santoyo. Ya se verá si tiene palabra y si sabe dar resultados en materia de control y fiscalización. Y esto debe cumplirse, porque de no ser así, el gobierno de Cuitláhuac sería como un barco en altamar, a merced de tiburones y tempestades.

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