El asesinato de 13 ciudadanos de Minatitlán el viernes pasado en plena Semana Santa sirvió para exhibir la estatura moral de muchos personajes nacionales. La población de la zona sur de Veracruz, los medios de comunicación del país y las propias redes sociales se encargaron de encuerar a varios de los principales actores políticos de los diferentes partidos. 

El primero que olvidó su jerarquía y su responsabilidad fue el gobernador Cuitláhuac García. Tuvo que llegar el presidente de la república a alzarle el brazo y a sacar su discurso de culpas ajenas, que empieza a perder efecto. Poco pudo ayudar a su discípulo y mal aprendiz, por lo que para reposicionarse, se sabe que por fin estará este día frente a la sociedad minatitleca. 

Ante hechos tan sensibles para la población como los ocurridos aquel trágico viernes, hubiera sido positivo que actores políticos de otras fuerzas o grupos de poder manifestaran actitudes de apoyo o de exigencia de justicia.

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La realidad es que el silencio, el desinterés y la falta de solidaridad están permeando hacia todos lados, desatando la sensación de que por cada día que transcurre, la población está más lejos de sus líderes, de sus representantes y de sus gobernantes.

Y en el caso de los representantes de la sociedad, que se supone son los senadores y los diputados, muy poca fue la preocupación o generosidad mostrada por ellos ante esos terribles hechos delictivos suscitados en la ciudad petrolera. Los diputados locales y federales parece que ni siquiera se enteraron de la sangre de sus paisanos derramada en plena Semana Santa.

Salvo el caso del senador morenista Ricardo Ahued Bardahuil, que de inmediato mostró su indignación y pidió intervención enérgica, los otros cinco senadores brillaron por su ausencia en torno al tema. Quizá el incremento de la delincuencia haga que se trivialicen ese tipo de noticias y a mucha gente le parezcan cosas ya normales y cotidianas. 

El mayor grado de insensibilidad e irresponsabilidad, lo mostró la senadora xalapeña Gloria Sánchez Hernández, la que, en su primera oportunidad para destacar, abrió la boca ante los micrófonos para soltar una barbaridad de la que se arrepentirá toda la vida. La señora señaló días después que en ese asunto solamente se estaba haciendo drama. Desde luego atizó la hoguera de su jefe contra los medios de comunicación. Una intervención que muestra lo que puede llegar a hacer un político para quedar bien con su jefe.

Los panistas Julen Rementería e Indira Rosales poco dijeron por estar en la celebración de los 500 años del puerto junto a sus jefes los Yunes azules y armando las estrategias electorales para el 2021. La senadora de la tómbola y el escándalo reciente por el violador de Coatzacoalcos, la joven Claudia Esther Balderas prefirió hacer mutis, nada nuevo.

Y un personaje que ya fue gobernador y todo aquello que ha querido, agotó su movimiento ciudadano en Veracruz, prefiriendo caminar hacia nuevos proyectos sin voltear a ver lo que ocurre en su tierra. Dante Delgado pareció no enterarse del luto causado a Minatitlán por la lucha de carteles. Para él fue más práctico callar, como lo hizo con Yunes Linares durante los años previos.

Lamentable que las autoridades se estén acostumbrando a hechos espantosos, queriendo justificar -en los tiempos de la 4T- que son culpables de nada y víctimas de todo.

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