El pensamiento o sentimiento de que no encajamos en algún lugar, es algo más común de lo que uno puede creer. En ocasiones, la sensación o percepción se enquista en lo más profundo y resulta muy incómodo. Y olvidamos que el entorno por lo regular no depende de nosotros. También debemos reconocer que en esto intervienen los factores personales objetivos o subjetivos, es decir, la manera de ser de cada persona.

Quienes tienen pocas habilidades sociales están más expuestos a estar “fuera de lugar” y sirve como señal de que tenemos que hacer algún cambio en nuestra vida. Aún así, el deseo de “encajar” y formar parte de algo es humano e inherente a todos.

Pero esto viene a cuento con relación a Rocío Nahle García, la candidata de Morena, que aspira a gobernar Veracruz al costo de lo que sea. Ninguna barrera económica detendría su ambición, insisten sus seguidores, porque presumen que trae una maleta de 4 mil 500 millones de pesos, a decir de empresarios y algunos de sus cercanos leales, para comprar hasta la dignidad de casi cualquier veracruzano, a cambio de hacerla gobernadora.

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La multimillonaria cifra no suena descabellada. La refinería de Dos Bocas, de la cual Nahle García fue la responsable de su construcción cuando fue titular de la Secretaría de Energía, tenía un presupuesto original de 8 mil millones de dólares y terminará costando entre 16 mil y 17 mil millones de dólares, reconocido por la propia Secretaría de Hacienda del gobierno de México. En el sureste ya hay hasta un chiste que dice que “Dos Bocas ha dado para cientos de hambrientas bocas”.

La eficacia de la señora Rocío Nahle y su esposo José Luis Peña en la economía familiar quedó demostrada, porque gracias a esa obra, ellos han asegurado el futuro de sus próximas generaciones. Por ejemplo, hasta el momento, se acreditó con documentos públicos que la familia Peña-Nahle son propietarios de varios bienes inmuebles, cuyo valor alcanzaría los 90 millones de pesos, según avalúos comerciales que así lo han mostrado. Pero eso es lo que se ve y ¿lo que no se ve?.

Esas groseras revelaciones no “encajaron” en el ánimo de los veracruzanos, porque es mucha “fortuna familiar” en menos de una década -considerando que en 2015 Rocío Nahle comenzó a probar las mieles del poder como diputada federal, senadora de la república y después titular de la Secretaría de Energía- y porque ya superó el escándalo de “La casa Blanca de Peña”, con valor de 7 millones de dólares, de la cual, el entonces opositor Andrés Manuel López Obrador pidió la renuncia del presidente Peña Nieto por esas revelaciones. 

Desde luego que han pasado los años, y por eso de los olvidos presidenciales, y según sus propios dichos, ahora a AMLO le gusta comportarse como la primera momia del país.

Para los veracruzanos está “fuera de lugar” que una zacatecana con muestras de corrupción quiera gobernar Veracruz. Las deslumbrantes camionetas en las que se traslada la señora Nahle enseñan que la “pobreza franciscana” es una rotunda falsedad. Su desconocimiento de los municipios y carreteras del estado provocan burla, lo que confirma que su slogan de campaña “Por Amor a Veracruz” es una mentira, ya que nadie ama lo que no conoce y no le interesa.

Los simpatizantes y defensores de Rocío Nahle argumentan, sin argumentación, que todas estas evidencias costituyen “violencia política de género”, misoginia y que son para denostarla por el hecho de ser mujer. En cambio, para expertos de la Ley y para muchas gentes de a pie, estos son actos presuntamente corruptos y de enriquecimiento ilícito. 

El entorno tóxico y engañoso que ha generado Nahle, estimula a los dicharacheros veracruzanos a que no vuelvan a gritarle ¡fuera, fuera, fuera! a donde se presente la dama, sino que en un descuido, hasta podrían exclamar: “Nahle, ¡zacatedeveracruz!, y vete a comprar propiedades, que es lo que aprendiste en estos 10 años. Por acá, si quieres, puedes regresar, pero como turista”.

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