La situación imperante en Veracruz no es imputable a un gobierno que no alcanza los nueve meses. Pero este reconocimiento tampoco significa que el gobernador o sus secretarios de despacho puedan soslayar sus responsabilidades oficiales, perfectamente establecidas en la constitución estatal y en la ley orgánica del poder ejecutivo.
La debacle financiera y administrativa del Estado, la elevada deuda pública, los alarmantes indicadores de pobreza y la criminalidad imparable en casi todo el territorio, no son los mejores factores para reencauzar la economía veracruzana.
Pero tampoco indica nada bueno, el lento o nulo aprendizaje que han mostrado varios de los altos funcionarios cuitlahuistas, quienes han resaltado más por sus carencias, ausencias e insensibilidades como servidores públicos, que como eficaces operadores en beneficio de la población o cuando menos del que les firmó el nombramiento.
La ciudadanía percibe los delicados problemas y percibe también las ineficiencias o la actitud displicente y desorientada de varios de los colaboradores de Cuitláhuac García que, por esas causas, más bien parecen lastres que debe cargar el jefe.
El Economista—un periódico especializado en finanzas y economía—presentó ayer un estudio sobre la evolución del empleo en los estados de la república. Y en ese informe, los datos relativos a los trabajadores asegurados en el IMSS en periodos anuales que concluyen en julio, presentan a Veracruz como uno de los más afectados en los índices relativos a este julio de 2019. El estado fue uno de los que mostraron alarmante decrecimiento en el registro de puestos laborales formales.
De julio de 2017 a julio de 2018, en Veracruz se aseguraron 17, 253 trabajadores en el Seguro Social; en el mismo periodo entre 2018 y 2019, solo fueron 7,295 empleados, es decir, un 57.7 por ciento menos. El informe señala que el recorte en esta entidad federativa “se debió a la merma del sector de la construcción, principalmente”.
Como integrante de una familia tradicionalmente dedicada a la construcción de obra pública, y como exfuncionario de oficinas públicas dedicadas a la vivienda—INFONAVIT e INVIVIENDA—sería recomendable que Enrique Nachón, el secretario de desarrollo económico estatal, despliegue de una vez su experiencia de trato con los empresarios locales, y que invitando a otros más de otras latitudes, lleguen inversiones y ayude al gobernador a sacar adelante a Veracruz. La construcción de infraestructura y el desarrollo de vivienda, como bien conoce él, son multiplicadores de la economía y detonadores de empleo.
Son casi nueve meses en que pocos resultados se han visto. Es necesario traer empresas grandes y apoyar la creación de negocios. Nachón no puede alegar juventud, novatez, carencia de formación profesional o ausencia de expertís en los altos niveles. Las reuniones mediáticas y la parafernalia local del poder, son estrategias que no producen resultados en ninguna parte.
El principio de Peter no debiera aparecer en las oficinas de la SEDECOP.