A como se sueltan actualmente las cifras institucionales de crecimiento y “los otros datos” que suele revelar en sus conferencias mañaneras el presidente de la república, no resulta extraño que algunos soñadores piensen que el desarrollo económico de Veracruz se acerca pian pianito para concretar el ansiado cambio y el progreso que espera la población jarocha.

Es un hecho real que mes a mes han aumentado las remesas en dólares que envían los paisanos desde Estados Unidos. Eso es indiscutible y junto con las pensiones y las becas de la cuarta transformación, dan enorme alivio a la economía del estado. Ojalá y sea también verdadera la información que AMLO acaba de dar en el sentido de que durante el primer trimestre de este año, llegaron al país 10 mil millones de dólares de inversión extranjera directa (IED).

El problema viene cuando se revisan las estadísticas de la propia federación, especialmente las de la Comisión Nacional de Inversiones Extranjeras de la Secretaría de Economía (SE), mismas que reflejan que en el periodo enero-junio del año pasado, llegaron 17 mil 842.3 millones de dólares y que en 2017 fueron solo 31 mil 234.2 mdd en todo el año.

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Y más extraño cuando la propia SE ha colocado a Veracruz entre los principales receptores de inversión de este año con 573.6 millones de dólares. Recordemos el reciente anuncio de la millonaria inversión que hará la empresa Nestle en el estado.

Sin embargo, también en mayo, una incómoda empresa consultora reconocida en el planeta, vino a descomponer las espectaculares cifras del gobierno morenista, señalando que México cayó ocho lugares en el índice de inversión extranjera, pasando de la posición 17 a la 25 a nivel global.

Desde luego, las alentadoras cifras de la Presidencia han provocado un renovado triunfalismo en el cuitlahuista secretario de desarrollo económico Ernesto Pérez Astorga, quien ahora anda abusando del rollo y reiterando la llegada de otras inversiones de origen chino, que evocan graciosos cuentos orientales de no hace muchos años.

Pero en el tema de los números, a Pérez Astorga le gusta tomarlos con relajación y desparpajo. Su única incursión empresarial la realizó con fuerte inclinación al desastre. En Xalapa se recuerda una boyante empresa llantera que se vino abajo cuando el primogénito empezó a manosear el negocio. Décadas de honorabilidad y pujanza del padre, se fueron abajo a causa de las maneras alegres e irresponsables del hijo consentido.

El ex secretario Zairick Morante no hizo más que discursos, anuncios y viajes cuando Yunes Linares lo premió con ese cargo. De Pérez Astorga no se espera gran diferencia, salvo que su ineptitud sea directamente proporcional a su estatura.

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