Lo que acontece en estos días hace pensar que no se puede detener la decadencia económica, política y social de esta entidad federativa. Pocas áreas de la compleja existencia veracruzana han logrado subsistir y sobreponerse a las difíciles circunstancias de la segunda década del siglo XXI. Deterioro de la planta productiva, insuficiencia de apoyos al sector agropecuario, disminución de la actividad comercial, crecimiento del desempleo y la pobreza, delincuencia creciente e imparable, gobiernos corruptos y mediocres y pérdida de valores en la sociedad, son las constantes en los tiempos actuales.

Pocos paisanos recuerdan que hasta 1968, el estado de Veracruz constituía la segunda economía nacional, después del Distrito Federal, hoy CDMX. Al año siguiente los estados de México y Jalisco mandaron a los jarochos al cuarto lugar que conservó en los setentas del siglo pasado. Desde 1980 hasta este año, Veracruz ha presumido el quinto sitio. Pero en 2020, si no ocurre uno de los milagros verbales que trata de vendernos el secretario de las redes y empresario de escritorio Enrique Nachón, el estado acabará perdiendo todos los quintos lugares económicos, para convertirse en el sexto lugar por su Producto Interno Bruto (PIB).

De tal suerte, que la manera mentirosa y poco profesional de dar los datos, que utilizó en su primera comparecencia el también inoperante secretario de desarrollo agropecuario, solo sirvió para acabar con las pocas esperanzas que en esta materia tenían algunos ingenuos que aún confiaban en él y en su jefe Cuitláhuac.

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El día de ayer el periódico El Economista presentó una noticia sobre las cifras del producto interno bruto de los estados de la república (Guanajuato registra el mayor avance en la aportación al PIB nacional). Con base en información del INEGI, la nota periodística informa, entre otras cosas, que esa entidad federativa que tiene el sitio número seis en la economía nacional casi empata a Veracruz que hasta este mes conserva el quinto puesto.

La publicación lo dijo de esta manera: “Este comportamiento, derivado del dinamismo del sector automotriz, consolidó a Guanajuato como la sexta economía más grande de México, y a su vez, ocasionó que se acercara cada vez más al quinto puesto que actualmente ocupa Veracruz (la diferencia entre ambas entidades es de apenas 0.1 puntos porcentuales).”

En este periodo hubo notables modificaciones: estados que perdieron participación en el PIB nacional, uno de ellos es Veracruz, que pasó de 5.0 a 4.5% y en contraparte, Guanajuato, el que pasó de 3.5 a 4.4% gracias a su producción automotriz, manejo de parques industriales y otras ramas en crecimiento.

Veracruz necesita congruencia, obras públicas, acciones, inversiones y resultados de gobierno, más que palabras, pretextos, culpabilidades ajenas, promesas en el aire y la honestidad deslumbrante que dicen tener las actuales autoridades. El turismo está caído, igual que las actividades productivas, y no pueden dejarle todo a la entrada de remesas de migrantes veracruzanos y a las becas a ninis, apoyos asistenciales, programas sociales del bienestar y pensiones a adultos mayores del gobierno de López Obrador.  

Que no se pierdan empleos y se retiren o cierren las empresas productivas que se resisten a morir; que no se sigan perdiendo los quintos lugares por la inseguridad, y los pesos del erario por la corrupción y el subejercicio presupuestal. El Gobierno del Estado debe impulsar el estado de derecho y la mejora de la seguridad pública, proporcionando tranquilidad a la población y seguridad a los inversionistas, a los industriales y a los productores del campo.

Por el bien de Veracruz, ojalá y que el gobernador Cuitláhuac García #PorPrimeraVez se aparte de los secretarios y asesores “vende espejitos” que le están haciendo perder el paso y el piso.

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