El legislador local Amado Cruz Malpica hizo anteayer una propuesta de reducción de diputados y ediles en Veracruz, sustentada principalmente en criterios de austeridad. La situación económica del país y la intención morenista de ofrecer más y mejores resultados a la población, han traído como consecuencia un extenso movimiento nacional para disminuir plazas laborales y remuneraciones de altos mandos.

Y uno de los segmentos más observados por la sociedad es justamente el de los representantes populares, que muchas veces cuando se ha tratado de la defensa de intereses sociales, más bien se han comportado como si no representaran a nadie.

La iniciativa de Cruz Malpica es congruente con lo que está sucediendo en el orden federal y no debe desdeñarse. Y es indispensable, si se toma en cuenta el bajísimo nivel de preparación, responsabilidad y ética de varios de los diputados de estos tiempos.

Por otro lado, si se revisa el número de legisladores que existen en otras latitudes del planeta, se descubre toda una serie de variaciones al respecto. El desarrollo de una nación nada tiene que ver con el número de diputados. El asunto parece funcionar igual, con pocos o con demasiados.

En el caso de México, si reflexionamos en los 500 diputados federales actuales y en las propuestas que desde tiempo atrás han existido para disminuir su número, encontraremos que, salvo honrosas excepciones, su labor en la Cámara generalmente ha dejado mucho que desear.

Pero si se recuerda la tradicional y mediocre gestión de los diputados veracruzanos, en los ámbitos federal y local, descubriremos tremendas decepciones.

Por ejemplo, cuál fue la participación en el Congreso de la Unión, de gentes como Alberto Silva, Adolfo Mota, Nohemí Guzmán, Tarek Abdalá, Jorge Carvallo o Erick Lagos, que no fuera la de aparecer sonrientes en innumerables fotografías mostrando finas ropas, sobradas actitudes o poses irrelevantes que en nada ayudaron a los veracruzanos.

Y si nos vamos a los legisladores locales, quién puede reconocer una gestión honorable de Juan Manuel del Castillo, Vicente Benítez, Elisa Manterola, Sergio Hernández, José Luis Enríquez, Bingen Rementería y la mayoría de ellos.

Para qué necesita la sociedad a representantes que a nadie representan en los congresos, para qué tener legisladores que no saben legislar y mucho menos mostrar cacumen del bueno. Cuántos escaños que quedaron malolientes, son los que sobran en ambos congresos. Quizá más de la mitad.

No es mala la idea de tener sólo a los diputados que realmente necesite la población. Porque es un hecho que la mayoría de ellos se comportan como si no necesitaran para nada a la sociedad.

Y quizá sea buena una iniciativa que reduzca también el número de senadores de la república.

Publicidad