El día de ayer una de las noticias principales del portal nacional La Silla Rota, se refirió a una auditoría de la Secretaría de la Función Pública (SFP) al programa federal Sembrando Vida en el ejercicio 2019. La nota el medio de comunicación muestra evidencia de una auditoría que desvela y describe fallas en los padrones, irregularidades en la forma de operar, dudas sobre los beneficiarios en los municipios, pagos duplicados, tarjetas perdidas, ausencia de documentación de respaldo y faltantes por comprobar por más de mil 358 millones de pesos. 

Lo más inquietante del caso es que el tabasqueño Javier May Rodríguez, el subsecretario que manejó y no supervisó ese multimillonario programa, es el actual titular de la Secretaría del Bienestar. Y debe recordarse que May es uno de los exitosos operadores políticos de Andrés Manuel, junto a Gabriel García Hernández, el jefe de los superdelegados -y comandantes estatales- del costoso ejército de siervos de la nación que va y viene por el territorio patrio.

Pero esas observaciones graves se mostraron en muchos sitios de la república mexicana, como lo comprueban las reiteradas publicaciones de varios medios de comunicación o las denuncias que han hecho agricultores, dirigentes del campo o simples propietarios de predios dedicados a la producción. Comentarios sobre que los programas de ganado no son eficaces o transparentes, opiniones o acusaciones sobre la práctica de deforestación de áreas arboladas o de selva virgen para poder sembrar las variedades que obliga Sembrando Vida. Expresiones campiranas sobre “tirar lo que hay en los predios para poder conseguir apoyos y sembrar lo nuevo” son constantes en pueblos y comunidades.

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Es importante que el gobierno lleve apoyos a las comunidades, pero lo que no se acepta es que malos funcionarios caigan en lo que se criticó de los anteriores gobiernos. Es bueno que haya listas de beneficiarios reales, morenistas o no, que efectivamente merecen esos apoyos, y que pueden votar por quien les dé su soberana gana, pero no se vale que disfrazados operadores políticos de boyantes épocas electorales, se estén dedicando a buscar adeptos y simpatizantes al morenismo, más que a verdaderos campesinos o productores de alimentos básicos.  

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La Silla Rota publicó algo que ya se comentaba desde hace meses. Lo que la SFP descubrió en dicha auditoría, no concuerda con lo que AMLO y los altos jefes de la cuarta transformación presumen día tras día. ¿Acaso eso es lo que está tan bien, que tanto reitera en sus conferencias mañaneras y giras el jefe de la república?

Acaso el manejo clientelar y electorero de los programas federales, a los que tantos recursos destina AMLO, está por arriba de las obligaciones de transparencia, de honestidad y de eficacia que obligan la justicia social, las normas y el buen gobierno. 

Para eso tanto afán de quitar recursos a otros programas, como las guarderías, como las medicinas contra el cáncer, como los apoyos a la ciencia y al arte, o como los de los cientos de fideicomisos que mandaron al limbo para exprimirles los fondos.

¿Se trata de sembrar vida buena y productiva, o es una simple y vulgar mecánica operativa para sembrar votos y asegurar la continuidad obradorista?

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