Salvo lo impactante de las miles de hojas gastadas en el documento del tercer informe de gobierno de Cuitláhuac García en Veracruz, luego de tres años de ensayo y error, es muy poco lo que puede considerársele positivo a una administración estatal caracterizada por el exceso en el uso de las verbalizaciones y las jactancias que suele mostrar la gente acomplejada o mañosa.

Quizá ese vacío de resultados contundentes que se quiso vestir de datos y fotografías sin fuerza en las redes sociales del jefe y sus secretarios, hubiera sido el motivo para llevar la fiesta y verificar un sibarita “sabadaba” en las aguas del Río Papaloapan, generando un singular e inesperado movimiento turístico con costosa pachanga de varios días previo al acto elitista (por el escaso número de invitados que admite el Teatro Netzahualcóyotl) en Tlacotalpan. 

La jefa del programa de gobierno echó la casa por la ventana en el tema de la parafernalia del manejo institucional y presumió en cada sección del informe, el laborioso trabajo de integración y “supervisión” del caro documento informativo que además cumplió con todos los estándares y el consabido blablablá de la contraloría general. Pero ni ella ni los que hicieron la chamba, se percataron de errores tremendos, que cualquiera puede ver en ese vademécum anual. 

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Para no mencionar tanta incertidumbre, el lector sólo deberá irse a revisar lo que el gobierno de Cuitláhuac hizo en el área de Invivienda o Sedesol en el apartado del informe en la página web del Gobierno del Estado. En los pocos municipios donde estas instancias intervienen, podrá constatar “el alto impacto social” en el tema de los cuartos dormitorios o los baños o sanitarios. Y hay varios ejemplos similares a este caso: una inversión superior a 900 mil pesos o incluso al millón de pesos pero sólo ¿para beneficiar a 4 familias o beneficiarios con un cuarto dormitorio o un simple baño? ¿Tanto nos cuesta lo poco que hace el régimen cuitlahuista? Esto recuerda a un popular comediante que gritaba ¡Que alguien me explique!  

Hermosas gráficas y mapas a colores y al por mayor describen un arsenal de acciones desparramadas por lugares “que nadie visitó” o “en las que nadie nunca hizo nada”, y que desde luego y meditándolo bien, nunca nadie irá a ver si deveras se hicieron o se iniciaron en estos años. Por lo pronto en Alvarado los indignados lugareños ya se alebrestaron y criticaron que sólo se pavimentó el 10% de una carretera intransitable presumida en redes por el gobernador.

El verdadero informe de gobierno es el que día a día dan los veracruzanos cuando se refieren a la inseguridad, al crecimiento de la pobreza, al desempleo, a la falta de inversiones, a las tropelías que hace el procurador de medio ambiente con sus cuestionadas detenciones de obra. Tlacotalpan podrá recibir con fandango al gobernador y a Eric Cisneros con su cuenqueña nave de sueños y sus resbaladizas pistas de hielo. Pero, ¿y después?

La historia veracruzana juzgará a este mal gobernante y a su minúsculo equipo. También a los señores y señoras representantes morenistas con curul en la legislatura, a quienes se les paga solamente por presentarle la mejor sonrisa y la genuflexión más vistosa al dueño del circo y a sus payasos y saltimbanquis.

El tercer año de gestión no pasa de ser un tercer intento de gobierno, con un informe seco y sin ecos favorables para Veracruz.

La tierra donde hacen sus nidos las olas del mar vive una de las crisis políticas, económicas, sociales y culturales más severa de su historia. Cuitláhuac perdió el timón y su tormenta política será devastadora.

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