Ha iniciado el tercer año de gestión de Cuitláhuac García y la población no ve ningún avance o logro significativo que deba reconocérsele al frente del gobierno del estado. Y este tercer ejercicio bajo su mandato, estará saturado de problemática y pérdidas humanas y económicas de la pandemia; también de los juegos, rejuegos y enjuagues políticos de la elección intermedia del 6 de junio.

Las principales fuerzas opositoras—PAN, PRI y PRD—están más pendientes de la lucha por conseguir ganancias y predominios que por construir una alianza efectiva que pueda encaminarse a ganar la mayor cantidad de diputaciones y alcaldías.

Y para los valerosos que aún creen en la democracia, que se la quieren jugar en serio y cuentan con capital suficiente, ya están apareciendo las tradicionales amenazas provenientes de los lugares más oscuros, como son los secuestros e incluso los atentados a ellos o a integrantes de sus familias. Los que conocen los círculos de poder podrán estar percibiendo o sufriendo ya esos riesgos que desalientan la participación. Varios gallos regionales ya fueron aplacados con esos cañonazos teledirigidos.

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Y cómo van los tiradores a la gubernatura en el cercano año 2024. Todos ellos tratarán de colocar a sus peones o alfiles en el tablero que mostrará la estrategia más depurada para avanzar hacia el triunfo y eliminar a los rivales.

Por el lado del partido MORENA, apadrinados por el presidente, la juegan Manuel Huerta, el superdelegado del bienestar y la secretaria de energía Rocío Nahle. Manuel se mueve con sigilo y cuida el rumbo sin perder el ritmo. Trata de entregar los apoyos económicos de la 4T, cuidando no molestar a López Obrador.

Rocío Nahle se mueve con emoción mas que con cabeza fría. Se siente confiada y segura de caminar hacia el objetivo. Su función la hace con claroscuros muy visibles que se dirigen a balances inciertos.

Del equipo de Cuitláhuac solo Zenyazen Escobar tiene un panorama tranquilo. Se ve que su estrella guía el camino y lo protege de inconveniencias. Su equipo lo cuida con esmero y medida ambición.

La coalición opositora vive días de angustia procurando que no surja una colisión destructora. Aquí los Yunes de todos los colores juegan y enjuagan sus manos en la misma bandeja, Todos quieren mojarse, pero la liquidez no abunda. Y parece que los líderes de los partidos cobran por perder y por vender el movimiento. Esta formación no puede convencerse ni a sí misma, mucho menos a los electores.

Mientras todo esto ocurre, uno que otro personaje con poder y recursos, mueven y remueven conciencias y apoyos populares y de los sectores para, llegado el momento, hacer valer su presencia y la del voto de la sociedad organizada. Quizá el caso más notable sea el del empresario orizabeño Juan Manuel Diez, al que varias personalidades importantes del estado ya lo ven con tamaños para buscar la gubernatura en 2024. Un partido pequeño, sumado a un candidato poderoso podrían hacer la diferencia.

Los tiempos se acercan y las distancias se acortan. El pueblo sabio ve que en Veracruz los partidos grandes están quemados. Y Cuitláhuac está desinflando a MORENA, un gigante que llegó a las alturas con la fuerza y el gas que le inyectó AMLO.

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