Las diez muertes que dejó el crimen organizado en Xalapa el sábado pasado, lograron cimbrar al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y a la sociedad veracruzana, a escasos cinco meses y días de la elección a gobernador para los próximos seis años.

Esos trágicos hechos que enlutan a numerosas familias y generan una psicosis social, más los que podrían suceder en el tiempo que resta hasta el día de la elección, incidirán necesariamente en la decisión que los ciudadanos tomen ante las urnas el primero de julio que se acerca.

Es probable que la reflexión de las personas ante lo que está ocurriendo en el tema de la inseguridad, les haga pensar que Veracruz requiere a un gobernador con la estatura y el temple para encarar ésta y otras complejas situaciones que aquejan a la población.

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En relación al tema, lo fácil es pensar en las autoridades más cercanas y en sus recursos y facultades para afrontar a esos grupos criminales. Y parece que el asunto no es tan sencillo. En los editoriales NOVIEMBRE Y LOS ROLLOS y PRIMER AÑO YUNISTA: MUCHAS INICIATIVAS Y POCOS RESULTADOS, Palabras Claras se ha cuestionado en el sentido de que en este tipo de hechos provocados por la delincuencia organizada que opera en todo el país, el problema está más allá de las posibilidades de un gobierno estatal y más cerca de las del gobierno federal.

Y en este punto, es cuando sale a relucir la expresión de uno de los candidatos a la gubernatura, que de entrada pone en evidencia al gobernador actual. Ante los reiterados y apremiantes señalamientos periodísticos y de la población, hace pocos días el precandidato del PAN, Miguel Ángel Yunes Márquez afirmó que era ingenuo pensar en que se podría derrotar en corto tiempo al crimen organizado, como su propio padre había ofrecido desde su campaña en 2015 y 2016 y en su misma toma de posesión.

Aquí se deben observar dos aspectos: Por un lado, el que Yunes Márquez se desmarque atrevidamente de los dichos de su progenitor, el gobernador. Por otro, el de dar a entender que cuenta con información delicada que lo empuja a hacer ese comentario, que a la vez lo aparta de ese posible compromiso con los veracruzanos. Y el señor precandidato panista-perredista-frentista, que ya no es precisamente un “chiquito”, también nos revela el término “ingenuidad” con el que calificó ¿a su padre y a los veracruzanos que confiaron en ese fallido compromiso yunista?.

Y aquí volvemos al tema de la decisión personal que cada elector tendrá ante su urna ese primero de julio por venir, donde el votante no actuará con ingenuidad y sí con preocupación y responsabilidad.

En un terreno de equidad y democracia, los ciudadanos votaremos por el que nos dé confianza de poseer una mano firme y que sepa lo que está sucediendo realmente en Veracruz. Y ante este descubrimiento, cabe preguntarnos: ¿Puede un débil de carácter, ayudar a otros debilitados y asustados ante tanta inseguridad? Seguro que no. Sólo alguien fuerte, puede pensar en ayudar. El débil siempre necesita apoyo y ayuda y no está en condiciones de asumir un reto altruista o de mando de esta envergadura.

Sobre todo, conviene hacer estas preguntas. ¿Está preparado, y cuenta con la fuerza para ayudar a sus conciudadanos, un personaje como Cuitláhuac García, desde hace meses ocupado en hacerla de comparsa de Andrés Manuel, sin tratar de hablar por sí mismo, sin ofrecer nada, flotando en la pereza y sin interés alguno en convencer a la gente? Parece que sólo está esperando que su creador le ilumine el escenario y lo mueva como marioneta.

¿Podemos creer en Pepe Yunes, quien en lo más íntimo tal vez detesta al PRI y a toda su cauda de incongruencia, corrupción y atraso? Quién sabe. El sábado de la siniestra y terrible infamia a esos 10 seres humanos y a los xalapeños, también se dio la liturgia partidista para cambiar al presidente estatal de ese partido. Una excelente imagen del fotógrafo Saúl Ramírez lo ilustra de manera brutal: el nuevo presidente jura y perjura sus compromisos, ante una imponente imagen tipo catedral de Clavillazo, un insignificante y risueño santo, salido del verbo regio.

¿O acaso ese día de julio venidero, los ya desconfiados veracruzanos, debemos creer en Miguel Ángel Yunes Márquez, un hombre, que a riesgo de patinar en su “nepótico” destino -que no es su culpa- se atrevió a desvelarnos la ingenuidad de su padre y la de los demás creyentes de las soluciones fáciles?.

La elección veracruzana 2018 transitará entre la desconfianza, la inseguridad y la ingenuidad.

Quién de los candidatos sabrá cómo recoger buenos frutos en ese trayecto.

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