Después de la visita a Xalapa del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, las lecturas y comentarios son diversos. El respaldo a Veracruz y al gobernador Cuitláhuac García, políticamente hablando, es indiscutible.

López Obrador -leal a su estilo- se dejó apapachar, saludó y se tomó “selfies” con todos aquellos que estaban listos para aprovechar el momento.

Sin embargo, el que pasó como uno más fue el alcalde Hipólito Rodríguez Herrero. A él lo dejaron detrás de las vallas y desde ahí intentó saludar al jefe de la nación, sin éxito. Él ya estaba listo con su teléfono celular para capturar el momento preciso en que fuera tocado por el dedo del poder, pero no fue así. AMLO evitó su encuentro.

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Aseguran que es tan obvia la distancia de Hipólito con Andrés Manuel y con Cuitláhuac que -aún siendo la primera autoridad de la capital veracruzana- no fue invitado al templete, ni al comité de recepción con el líder de las instituciones del país. Vamos, encerraron al “jefe” de la casa.

Y a menos de cumplir un año su administración municipal ha demostrado que, contrario a aquellos bolígrafos, Hipólito si sabe fallar al pueblo.

Rodríguez Herrero tiene el agua hasta el cuello y no habría ningún problema si él supiera nadar en política o tuviera deseos de aprender, pero ni una cosa ni la otra. Tampoco sabe escuchar. En apariencia se ve entero pero debajo de su rostro sonriente y de su vestimenta apenas le queda nada.

Cada uno tiene su orilla marcada.

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