Por una cena en un restaurante de lujo que indignó al presidente, la Fiscalía mexicana pasó de defender la libertad del exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, a pedir su encarcelamiento, en un nuevo capítulo que pone en cuestión las formas y la independencia del fiscal general, Alejandro Gertz Manero.
Conflictos de interés, asuntos personales, actuaciones con doble rasero y gran cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador enturbian la gestión del que en 2019 fue nombrado como el primer fiscal autónomo de la historia de México.
”Siempre he dicho que Alejandro Gertz Manero es un hombre recto, íntegro, le tengo confianza y no va a simular, no va a permitir la impunidad”, defendió este jueves López Obrador.
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A la cárcel por una cena
Un juez dictó el miércoles prisión preventiva contra Lozoya, acusado de recibir sobornos de la trama Odebrecht, a petición de la Fiscalía de Gertz Manero, que lo había tratado con delicadeza desde su captura en España y extradición a México en 2020.
El que fuera director de la petrolera estatal en el Gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018) tenía un polémico pacto con el Ministerio Público para tirar de la manta e inculpar a otros políticos -incluido a Peña Nieto- a cambio de pasar su proceso en libertad.
Pero todo cambió en octubre cuando Lozoya fue captado disfrutando con amigos de un pato laqueado y vino en un lujoso restaurante asiático de la capital, lo cual indignó al país y al mismísimo López Obrador, que lo calificó de “inmoral”.
”Es una represalia política de una Fiscalía supuestamente autónoma que parece más preocupada por quedar bien y agradar al presidente”, dijo este sábado a Efe el jurista Javier Martín.