El intento de golpe de Estado en Brasil, el atentado contra la vicepresidenta argentina, la crisis institucional en Perú y la cuestionada situación de Venezuela, Cuba y Nicaragua ponen en entredicho la salud democrática en una región, América Latina y el Caribe, que el martes celebrará un encuentro en medio de la gran polarización política que viven sus países.

En Buenos Aires, la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) —mecanismo para el diálogo y el acuerdo político integrado por los 33 países de la región— volverá a reunir en una misma mesa, por primera vez desde la cita de México de 2021, a los presidentes, algunos de ellos de colores ideológicos antagónicos, de un subcontinente que no gana para sobresaltos.

“Tiene que tratar, sí o sí, el problema de la inestabilidad institucional, y hay que encontrar un mecanismo a través del cual las sociedades latinoamericanas, aunque se piense políticamente distinto, puedan volver a dialogar. El mecanismo de la diferencia política, pero fundamentalmente el mecanismo del odio como instrumento, es algo que nos lleva claramente a la derrota”, cuenta a EFE Anabella Busso, profesora de política internacional de la Universidad Nacional de Rosario.

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Desde la Cumbre de México, en la que se apostó a la integración política y económica para afrontar la crisis que dejaba la pandemia de Covid-19, multitud de desafíos han surgido en todos los países latinoamericanos, aunque en algunos con especial virulencia.

El último, la toma de los tres poderes de Brasil que el pasado 8 de enero perpetraron seguidores del expresidente Jair Bolsonaro. Sin olvidar la ola de protestas en Perú, que ya dejan 50 muertos y en las que se exige la renuncia de la presidenta, Dina Boluarte, que asumió tras el fallido autogolpe de Pedro Castillo (2021-2022).

Argentina, donde se prevén meses de fuerte crispación política por las elecciones presidenciales de octubre, quedó conmocionada el 1 de septiembre pasado, cuando un hombre apuntó con un arma a la vicepresidenta, Cristina Fernández, en una manifestación de seguidores frente a su casa.

La expresidenta (2007-2015) salió ilesa del atentado, pero el hecho impactó en una sociedad donde se dio una mezcla entre estupor por lo sucedido y la incertidumbre o minimización por parte de sectores no simpatizantes con la líder kirchnerista.

En 2020, el ultraderechista Bolsonaro decidió sacar a Brasil de la Celac por la defensa que, a su juicio, hacía el grupo a los “regímenes no democráticos” de Cuba, Venezuela y Nicaragua, a su vez cuestionados por Estados Unidos y la Organización de Estados Americanos (OEA) por presuntas violaciones a los derechos humanos.

Al asumir la presidencia de la Celac hace un año, el presidente argentino, Alberto Fernández, de tendencia progresista, dijo que el organismo no nació “para inmiscuirse en la vida política y económica de ningún país”, sino que siempre promovió “el consenso y la pluralidad en un marco de convivencia democrática sin ningún tipo de exclusiones”.

No obstante, el propio Fernández tuvo dificultades para obtener la presidencia pro tempore de la Celac. En el encuentro de México no lo logró por el rechazo único de Nicaragua, que reprochaba las críticas que Argentina había hecho a la detención de políticos opositores en el país centroamericano. Pero superó sus reticencias y acabó cediendo en enero de 2022.

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