Berlín “está perdiendo el rumbo” con “su política hostil” frente a Moscú. Así reaccionó Rusia ante la notificación por parte de Alemania de cerrar cuatro de los cinco consulados rusos activos en ese país europeo.

“La parte rusa rechaza categóricamente cualquier intento de Berlín de despojarse de culpa sobre la escalada que azuza constantemente. Volvemos a hacer un llamado a las autoridades alemanas para que se detengan”, afirmó el Ministerio de Exteriores del país euroasiático en un comunicado.

Según Moscú, su contraparte “debe comprender que sobre ellos recae toda la responsabilidad por la degradación de las relaciones bilaterales”. La cancillería rusa advirtió, además, que las “acciones provocativas irracionales no quedarán sin una debida reacción”.

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El ministerio subrayó que las nuevas medidas de Berlín “están dirigidas a una mayor destrucción” de los lazos entre ambas naciones.

Alemania, por su parte, justificó las determinaciones alegando la búsqueda de una “paridad de personal y estructura” entre los dos territorios. El plazo dado para la clausura de las sedes es hasta este fin de año.

¿A qué responde la decisión de Alemania?

La decisión alemana tiene su origen días atrás. Entonces, Rusia notificó a Berlín que debía reducir el número de funcionarios diplomáticos en su territorio a unas 350 personas.

Así, cientos de empleados alemanes perderán sus empleos, entre los que se incluyen personal y profesores del Instituto Goethe, que promueve la enseñanza del idioma y la cultura de Alemania en otros países.

Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores expresó la molestia que había generado la medida rusa: “Esta decisión injustificada está obligando al Gobierno federal a realizar recortes muy significativos en todas las áreas de su presencia en Rusia”.

La decisión no es la única de este estilo. Exteriores ya había notificado en noviembre el cierre de sus consulados en Kaliningrado, Ekaterimburgo y Novosibirsk, quedando en funcionamiento solo el de San Petersburgo en conjunto con la embajada ubicada en Moscú.

Relaciones en detrimento

“Es el comportamiento de la parte rusa lo que nos ha llevado a esta situación”, aseveró Christofer Burger, vocero del Ministerio de Exteriores. Alemania fue uno de los miembros del bloque europeo que advirtió de las consecuencias en caso de que su “socio comercial” invadiera el territorio vecino.

La acción más contundente de Berlín fue la suspensión del gasoducto Nord Stream 2. Una obra de ingeniería de 1.200 km construida en el mar Báltico y que se había terminado en septiembre de 2021, pero que nunca entró en acción.

Con un costo de 11.350 millones de dólares, este trayecto de tuberías asemejaba el recorrido de una estructura similar, el Nord Stream 1, que comenzó sus operaciones en 2011. En conjunto, ambas estructuras despacharían 110.000 millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año, lo que representaba una buena ganancia económica para Moscú.

Con el paso de los meses y el desarrollo de la invasión, Europa —y especialmente Alemania— ha buscado independizarse de su necesidad del combustible ruso. Antes del inicio de la guerra, en 2020 Alemania representó casi el 20% de las exportaciones de gas ruso.

Otros hechos marcaron la degradación de las relaciones, entre los que se encuentran las declaraciones de la excanciller alemana, Angela Merkel, en las que aseguró que los Acuerdos de Minsk se habían firmado para “darle tiempo a Ucrania”. Estos habían sido una hoja de ruta para detener los combates entre Kiev y los separatistas prorrusos del Donbass.

“Fueron un intento de darle tiempo a Ucrania. Ucrania utilizó este período para volverse más fuerte, como se ve hoy”, puntualizó Merkel.

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