La falta de resultados de gobierno en Veracruz es responsabilidad absoluta del ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, una persona bien conocida en Xalapa por ser maestro universitario, por ser asiduo practicante del baile y por ser hijo del exdiputado de izquierda Atanasio García Durán. Pero como gobernador del estado, poco será lo que pueda sumar a esa pequeña lista de atributos previos. 

Y no se ve manera de que en los tres años que le quedan de gestión, haga algo digno de pasar a la historia. Su equipo no le aporta nada importante y salió demasiado costoso e inútil, a pesar del esfuerzo que realizó personalmente Cuitláhuac, cuando revisó en Facebook los perfiles y publicaciones de los que palomeó o descalificó para ocupar los puestos públicos.

Al ingeniero le ha faltado ingenio y ganas para hacer entrar al aro a sus flojos colaboradores y compañeros de partido. Pero este día sólo se mencionará a dos de ellos: a Eric Cisneros, el secretario de gobierno, y al diputado Gómez Cazarín, el actual mandamás de su fracción morenista en el congreso local, quien estaría a punto de renovar como diputado plurinominal en la siguiente legislatura el 5 de noviembre próximo. Y ahí precisamente está el tema de hoy,

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Parece que Gómez Cazarín será nuevamente diputado debido a la ilegalidad democrática a que se sometió el OPLE local. Cuentan que, con su insistencia y exceso de fuerza, logró quitarle el lugar a una cuasidiputada plurinominal que debiera ingresar en razón a la equidad de género. 

Y lo raro es que Cisneros, quien ahora anda promoviendo otro de sus entretenedores libros, dejó hacer, dejó pasar, y dejó complicar la gobernanza, porque está metido de lleno en contemplar las mariposas del río Papaloapan, quizá apoltronado, con sandalias nuevas y con mucho sudor en una de las soleadas bancas de su catamarán cuenqueño y de ensueño.

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Ni Gómez Cazarín ni Éric Cisneros pensaron en que, en el visible aspecto de la democracia, de la tranquilidad social y de la honestidad institucional, era conveniente dejar llegar al congreso a la diputada a quien despojan y pretenden mandar a su casa. Estiraron la liga política y las leyes electorales para, supuestamente, poder manejar los temas del poder estatal, como si Cazarín no hubiera podido manosearlos bien desde otra oficina, digamos la SEDESOL, que conoce personalmente en el tema de los rollos y de la pobreza de los otros. Mientras tanto en sus autocomplacientes redes, Cuitláhuac daba clases en lo relativo a la crianza de gallinas ponedoras en huertos familiares, asunto según él, muy poco conocido por las familias jarochas.

Entre tanto, el sainete “oplístico” de la pareja Éric-Gómez seguía su lodoso curso, otro adelantado, éste, el diputado Gutiérrez Luna de Minatitlán, anduvo como las misses que quieren corona y que visitan a todas las fuerzas vivas del terruño. Si Cazarín repitira, porqué él no puede llegar al palacio de Enríquez en 2024, parece que piensa el desatado legislador federal. 

Cuitláhuac García debería acordarse de que él es gobernador constitucional y que tiene tres años para tratar de hacer algo notable y citable. Su tercer informe sólo traerá palabrería, deuda pública, pretextos y culpabilidades ajenas y las cifras de la vacunación que realiza la federación bajo la supervisión de Manuel Huerta, el que extrañamente resulta ser el más recordado de palacio y de algunos periodistas que le vigilan los calores, cada vez que hay que entretener a los inconformes. 

Los gritos y sombrerazos entre Cisneros y Gómez, para ver cuál de los dos tiene más vara, e incurre en mayor ilegalidad en sus procedimientos y gestiones, no abona en nada a construir una imagen decorosa a su jefe, aunque éste ande pensando en cubanos, en carnavales y en gallináceas. 

El atasco en el camino jarocho se hizo permanente. Quizá por ello la insistencia de un tren elevado que ya llegó a la estratósfera y se esfumó en las alturas. 

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