Cuando Cuitláhuac García Jiménez ganó la gubernatura, muchos creyeron que con el respaldo de López Obrador vendrían cosas positivas para Veracruz. Pero la realidad fue que el mismo día de su asunción el primero de diciembre de 2018, la fecha se convirtió en el fatal punto de inflexión de su incipiente carrera política. A partir de ese momento comenzó una acelerada declinación que él mismo ha convertido en irrefrenable deslizamiento hasta las oscuras profundidades del fracaso.

A punto de presentar su segundo informe de gobierno, la sociedad veracruzana ni siquiera se pregunta sobre el contenido de ese documento oficial. Como no se ven suficientes obras o acciones en el territorio, todos saben que son escasos los resultados, a pesar de que los presupuestos se siguen gastando y los funcionarios hacen hasta lo imposible por moverse en redes sociales y en medios de comunicación de reciente creación y poca audiencia. 

En general, la posible eficiencia de los funcionarios cuitlahuistas -porque se les debe conceder el beneficio de la duda- solo se conoce en el boca a boca de sus familiares y amigos. 

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Lo que sí trasciende hacia el centro del país y a otras entidades federativas, es la interminable lucha de poderes en el gobierno y en la vida pública de Veracruz, sazonada por abundantes muestras de nepotismo desde la familia del gobernador hasta los niveles de directores y subdirectores de las áreas burocráticas.

Desde el inicio de este gobierno, la división de poderes en el estado ha perdido la identificación de los límites legales que marca la Constitución entre ellos, manifestándose en una atropellada y grosera intromisión del poder ejecutivo en los otros dos, e incluso del legislativo en el judicial. Las circunstancias que se observan en la estructura de gobierno, recuerdan aquel célebre Club de Toby de las viejas historietas infantiles. 

El poder ejecutivo, en las aparentes manos de Eric Cisneros, asume facultades metaconstitucionales para hacer cumplir presumibles instrucciones o deseos de García Jiménez, quien prefiere mirar hacia otro lado. 

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Las últimas semanas se han caracterizado por intromisiones en el poder judicial que terminaron por hacer crisis el viernes pasado, después de que alguien operó un albazo para destronar a la presidenta Sofía Martínez. Aprovechando su ausencia en el edificio, algunos integrantes de la judicatura nombraron a otra magistrada en su lugar y con un cerrajero y cámara de video, abrieron su oficina para instalar a la “nueva presidenta del Tribunal”.

Ese mediodía Sofía Martínez fue entrevistada por el noticiero de Radio Fórmula, que conduce Joaquín López Dóriga. Ante la audiencia nacional del programa, la defenestrada presidenta, acusó la intromisión del secretario de gobierno Eric Cisneros, revelando hasta amenazas de su parte, si no accedía a dejar la presidencia. Frente a los incrédulos oyentes, ella pidió la intervención del presidente de la república, aconsejándole que venga a ver lo que está ocurriendo en Veracruz.

Pero eso no es lo único grave, hace menos de quince días, supuestos integrantes de algún cartel, colocó una bambalina frente a la Fiscalía General del Estado, en la que amenazan de muerte al fiscal de distrito. La amenaza fue aceptada por el mandatario y el propio gobernador hizo fuertes declaraciones contra los criminales, asegurando que no le intimidan y que recibirán la correcta respuesta de su gobierno. Mientras ello ocurre, la Fiscal y el secretario de seguridad pública minimizan las cifras de criminalidad en Veracruz.

Cuitláhuac García no convence ni a los actores políticos ni a los diferentes sectores sociales y fuerzas representativas. La iniciativa privada se siente al margen de los escasos programas de la administración. La propia iglesia católica es uno de los constantes críticos contra su gobierno, señalando el poco compromiso con los más necesitados.  

Poco ayudan a mantener la difícil gobernanza los interminables rumores de retirada de Cuitláhuac en diciembre próximo, insidias con olor morenista que colocan a un gobernador sustituto que pueda asegurar buenos resultados electorales en la elección intermedia del 6 de junio de 2021.  

Meses bastante complejos los que se avecinan. Pero la incontrolable lucha de poderes en Veracruz puede contribuir a demoler la reducida fortaleza que conserva la administración de García Jiménez.

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