Avanzan los meses y la Cuarta transformación de la República sigue estancada en el eslogan fundacional que insistentemente repite López Obrador. A casi dos años de distancia, continuaron crímenes, cifras e índices de la delincuencia como antes de su llegada, pero además empeoraron la economía nacional y el desempleo.

Y hasta en el tema de la corrupción, algunos de los principales actores obradoristas echaron a perder el discurso de la honestidad valiente del jefe de gobierno. Para empeorar las cosas, la pandemia de coronavirus ha colocado a muchos funcionarios en lugar nada honroso y en miles de ataúdes a más de 83 mil difuntos contagiados con el mal del siglo. 

En la desesperación de AMLO, este olvida que es un jefe de estado y que la sociedad no está formada únicamente por personas sin preparación o sin criterio individual. Cada vez con mayor frecuencia, el mandatario acude a la palabra fácil para explicar, o a los otros datos para convencer o confundir, o lo peor, a la manifestación del cinismo como arma torpe e insuficiente, para afrontar los justos reclamos de la población, en lugar de dar resultados tangibles, o cuando menos argumentaciones convincentes.

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Pero lo más grave de tal estilo, es la facilidad con que sus seguidores le copian esa actitud defensiva y mezquina, esa insana costumbre de echar culpas a otros, como hasta ahora se observa en la mayoría de sus colaboradores del gabinete, en los gobernadores, senadores, diputados, alcaldes y representantes en gobiernos estatales y en los mismos directivos del partido MORENA. 

Hasta podría afirmarse que el obradorismo orgulloso que gritaba “Es un honor estar con Obrador”, es el que ha traído el tiempo del desvergonzado cinismo como escudo protector en la política, creando en el país una nueva escuela cínica, muy diferente a aquella línea de pensamiento liberal surgida hace más de dos mil años en Grecia.

Cuando los griegos sentenciaron a muerte a Sócrates en el siglo III antes de Cristo, algunos de los discípulos que defendieron infructuosamente al maestro, iniciaron acciones para castigar a sus acusadores. Uno de los más ofendidos por el crimen fue el filósofo Antístenes, el fundador de la Escuela Cínica, una corriente de pensamiento que tenía muchos adeptos en las clases populares.

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Predicaba el ascetismo, la simplicidad y la modestia en sus vestimentas. La historia cuenta que Antístenes era muy agradable en sus conversaciones y que vestía como un mendigo “porque a través de los agujeros de sus ropas veía la vanidad humana”. Cuando alguien le consultó sobre el más importante de los aprendizajes, contestó: “Desaprender”. Alguna vez dijo que “Si te casas con mujer hermosa, corres el riesgo de que termine por pertenecer a más de uno y si la escoges fea se tornará una carga”. Se sabe que el sabio se entregó en cuerpo y alma al cinismo, para vivir la parafernalia amorosa como un perro (palabra en griego, de donde proviene el término cínico). Antes de morir se desprendió de todos sus bienes, repartiendo el dinero entre sus amigos.

La escuela cínica de los griegos era una filosofía orientada a la existencia sencilla. Pero el cinismo que se observa en el actual régimen de gobierno constituye una grave patología psicológica, sujeta a la crítica y al examen constante de afines y opositores que no produce nada positivo a la nación.

Porque, qué es lo que la sociedad puede pensar de aseveraciones como las siguientes, surgidas en eventos recientes del presidente:

“El manejo de la pandemia en México ha sido muy profesional y hubiesen querido en otras partes tener a médicos, a especialistas como Jorge Alcocer, como Hugo López-Gatell, de primera. También para extrañarse, surgió ayer esta afirmación presidencial: “Quienes defienden fideicomisos, defienden la corrupción.”

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Qué se puede defender de situaciones como el pleito por la dirigencia de MORENA, donde Muñoz Ledo acusa a su opositor Mario Delgado, de “usar recursos públicos para su campaña”, o de la diputada morenista que cínicamente aceptó haber dado un soborno a un juez para resolver un litigio.  O qué se puede la gente imaginar cuando faltan medicinas para el cáncer de los niños, y de pronto este 7 de octubre surge un “extraño robo con tráileres y camionetas que se llevaron miles de medicamentos”. O respecto al tema de los fideicomisos, como está esa noticia de que “Crecen los fideicomisos del ejército un 1,048%”.

O qué es lo que pensará un connacional de su gobernante cuando vea en el periódico español El País este informe del Fondo Monetario Internacional “En México la deuda alcanzará el 65% del PIB, a pesar de ser uno de los países que menos gasta en la pandemia.”

La única conclusión mexicana es que la realidad va por un lado y las palabras por otro, mientras que la honestidad, la decencia y la moral no se ven por ningún lado. El cinismo es el que gobierna a las instituciones nacionales.

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