El psicólogo Sergio García Soriano nos habla del “Yo” en una nueva entrega de su Abecedario de la Psicología para EFEsalud

El Yo en el Abecedario de la Psicología. El yo es un término que utilizamos para designarnos a nosotros mismos. Sin embargo, no siempre fue así. En el siglo XVII cuando alguien llamaba a la puerta, se contestaba por el nombre propio del que llamaba. Mas que con el pronombre “Yo”.

El “yo” sería un órgano sensorial encargado de la percepción de la atención y memoria. Y además es el que da identidad y continuidad a la persona.

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Sin embargo, el yo tiene servidumbres. Aquellas del “superyo”, del “ello” y de la “realidad”. El superyo serían las frases de los deberías “Tienes que hacer esto”. Sirven a la moralidad del individuo y de alguna manera sesgan la visión del yo. Y por otro lado también estaría el “ello” que van a ser los impulsos y el principio de placer. Que va a decir “hazlo ahora porque te apetece”.

Y el “yo” se encuentra entre instancias que le someten a visiones parciales. Sin embargo, esas tensiones o servidumbres del yo son estructurales. No se puede acabar con ellas.  

La autopercepción de uno mismo tiene que ver con el cómo nos vemos en diferentes facetas de nuestra propia vida. Qué roles desempeñamos. Y ahí el yo cambia en función de las demandas del exterior y de qué imagen me devuelven los otros de mí. Por lo tanto, lo que piensen en el colegio, en el trabajo y en la casa sobre las personas ayudan a conformar la idea que cada uno tiene sobre sí mismo. Cuando Rimbaud dice “yo es otro” se refiere a esto. El ser humano es social y se define en relación a los demás.

Esto no quiere decir que tengamos que generar un “yo fuerte” sino que tenemos que tolerar y conocer las informaciones que vienen desde diferentes ámbitos para generar un criterio propio. Cuando se piensa en fortificar el yo sería pensar en personas con aires de autosuficiencia y muy creyentes de la autonomía del yo, cuando lo interesante es poder hacer variaciones del “yo”.

Por ejemplo, en los escritores o artistas es muy general decirles que quiten el “yo” para poder crear, escribir. Es decir, retirar las partes personalistas para generar una obra universal.

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