El 69 % de los jóvenes se han sentido solos en algún momento de su vida. Así lo pone de manifiesto el primer Informe sobre soledad no deseada de la juventud impulsado por SoledadES, el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de Fundación ONCE, en colaboración con Ayuda en Acción.

El trabajo, realizado por el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de Fundación Once en colaboración con Ayuda en Acción, indica que el 25,5 % de los jóvenes españoles de entre 16 y 29

años aseguran sentirse solos en el momento actual, una cifra que llega al 69 % si se suma a las personas de este mismo rango de edad que se han sentido solas en algún momento de su vida.

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Los principales objetivos del informe son, en primer lugar, poner sobre la mesa cuál es realmente la incidencia de la soledad en la juventud española y cuál la percepción que de ella se tiene, indagar en posibles causas o correlaciones e identificar soluciones y recomendaciones para abordar el problema.

Además, para la elaboración del trabajo, presentado recientemente, se han realizado entrevistas telefónicas a un total de 1.800 personas de entre 16 y 29 años residentes en España.

Bajo el título ‘Estudio sobre juventud y soledad no deseada en España’, este informe señala entre sus conclusiones clave, la magnitud de la soledad no deseada entre la población joven.

Así, el 77,1 % de los entrevistados afirman conocer a otras personas de su edad que puedan sentirse solas sin desearlo. También se destaca en el informe que el problema afecta más a las chicas, a quienes están en desempleo o en situación de pobreza y a los que tienen mala salud física o mental o que existe una fuerte relación entre acoso y soledad no deseada.

Soledad y juventud

El informe señala que al menos tres de cada cuatro jóvenes afirman sufrir soledad no deseada (75,8 %) y aseguran sentirla desde hace más de un año. Por otro lado, casi la mitad (45,7 %) sostiene que la experimenta desde hace más de tres.

La pandemia puede ser la causa de esta situación solo para el 20,4 %, lo que supone que hay un 79,6 % de encuestados que no atribuyen su soledad al coronavirus.

El 71,4 % de los jóvenes que se sienten solos manifiestan sufrir este problema “con frecuencia” y el 30,5% lo acusan sobre todo por las noches.

El informe señala que la soledad juvenil afecta más a mujeres que a hombres con un 31,1 % frente al 20,2 % de los varones, ambos entre 22 y 27 años.

Asimismo, el porcentaje de personas que han sufrido acoso escolar o laboral alguna vez en su vida es casi el doble en el grupo de jóvenes que padecen soledad no deseada que en el formado por los que no la padecen (58,1 % frente al 32,1 %), sostiene el estudio del Observatorio de la Soledad No Deseada.

Soledad y factores sociales

La soledad no deseada también se da más en personas en desempleo, en riesgo o situación de pobreza, que han sufrido acoso escolar o laboral, con mala salud física o mental, con discapacidad, origen extranjero o que son LGTBI, entre otras condiciones.

Precisamente en cuanto a las dificultades económicas, el informe arroja el dato de que la prevalencia de soledad no deseada en jóvenes de hogares con dificultades económicas es casi el doble que entre jóvenes de hogares que llegan con facilidad a fin de mes (36 % frente a 19,4 %).

Por lo tanto, explican los autores, la importancia de la soledad no deseada está entrelazada con la de otros ámbitos de la política, como la salud, especialmente la mental, la inclusión social o la lucha contra la discriminación.

Y añaden que la relación de la soledad con estas variables es en ocasiones unidireccional, es decir, la orientación sexual o el origen generan una mayor probabilidad de sufrir soledad, pero no a la inversa, la soledad no puede cambiar el origen ni a priori influir sobre la orientación sexual.

En cambio, la relación de la soledad con otras variables es bidireccional, por ejemplo, los problemas de salud mental generan una mayor soledad, y a la inversa, la soledad es perjudicial para la salud mental.

Jóvenes solos: falsas hipótesis

El estudio permite desmontar ciertas hipótesis relacionadas con la ruralidad o las redes sociales y confirmar otras que tienen que ver con las relaciones de amistad o la salud mental.

Así, indica que las redes sociales digitales no son importantes para la soledad. A pesar de que un tercio de la juventud las utiliza más de tres horas al día, su intensidad y frecuencia de uso no tienen un efecto en la soledad no deseada.

En cambio, la presencialidad de las relaciones con amistades sí la tiene. Es decir, una persona que haga un uso extensivo de las redes sociales y tenga una rica vida social a nivel presencial a priori no se sentirá sola.

Del mismo modo, el trabajo apunta que la juventud que reside en municipios de tamaño medio (entre 50.000 y 500.000 habitantes) tiene un mayor nivel de soledad, en comparación con jóvenes rurales o que viven en grandes urbes. De hecho, los jóvenes residentes en este tipo de poblaciones (municipios de tamaño medio) presentan una probabilidad un 37 % mayor de sufrir soledad.

Lo mismo ocurre con la vivienda, uno de los grandes problemas de la juventud actual, que sin embargo no tiene un efecto sobre la soledad.

La prevalencia de la soledad en jóvenes que residen en piso compartido o en su propia vivienda es de hecho mayor que entre jóvenes que viven con sus padres (28 % frente a 23,7 %).

Además, el informe sostiene que contar con personas que puedan ayudar en caso de problemas no es relevante para la soledad, dado que la gran mayoría de jóvenes que sufren aislamiento involuntario y disponen de personas que puedan ayudar en caso de problemas.

Recomendaciones para abordar la soledad no deseada entre los jóvenes

Con todos estos datos, los autores hacen una serie de recomendaciones para abordar el problema de la soledad no deseada en la juventud, que pasan por prevenir, detectar e intervenir.

  • Construir escuelas inclusivas que contemplen la educación emocional
  • Proteger la salud mental en la adolescencia y la juventud.
  • Fomentar la participación juvenil y las relaciones sociales mediante el ocio saludable.
  • Desarrollar servicios de atención juvenil orientados a reducir la soledad
  • Integrar y reforzar el ecosistema institucional.
  • Reforzar también las políticas educativas, de empleo y de inclusión social, e impulsar acciones para reducir la soledad a través de las universidades
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