¿Qué fue primero, el sueño o la vigilia? La ciencia todavía está intentando averiguar este y muchos otros misterios que rodean el dormir, un fenómeno tan familiar como fascinante. Según el neurocientífico Vladyslav Vyazovskiy, aún no sabemos exactamente qué es el dormir, ni porqué dormimos.  Lo que es cierto es que tiene que ser una razón muy importante, dado que nos pasamos un tercio de nuestras vidas durmiendo. 

“Es difícil trazar el origen evolutivo del sueño y de la vigilia. Pero, para mí, estos dos estados se diferenciaron cuando los primeros animales aprendieron a moverse y a sentir el entorno. Si lo pensamos, cuando dormimos dejamos de movernos y de percibir lo que hay a nuestro alrededor” explica Vyazovskiy. Este profesor de la Universidad de Oxford lleva años investigando qué ocurre cuando estamos en los brazos de Morfeo. 

En el capítulo de El Cazador de Cerebros “¿Por qué dormimos?” hemos viajado hasta Oxford para que nos cuente más sobre este gran misterio de la ciencia y, de paso, visitar el Instituto de Neurociencias Circadianas y del Sueño, un centro de investigación entero dedicado al dormir, y en el que se usa un enfoque multidisciplinar que va desde la genética hasta la psicología.

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El sueño no es homogéneo

Según nos dice Vyazovskiy, la visión tradicional del dormir como un simple apagón ha quedado totalmente desmontada. “El cerebro está muy activo durante el sueño, y el cuerpo también. Aunque no nos movamos, ocurren un montón de cosas en nuestro organismo.” Por ejemplo, se consolidan los recuerdos y se refuerza el sistema inmune. Pero, sobre todo, durante el sueño el organismo aprovecha para hacer limpieza de todas las toxinas acumuladas, como si pasara el camión de la basura. Si este proceso no se cumple, esas toxinas se acumulan y aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y hasta de demencias. Por esta razón es importantísimo diagnosticar y tratar a tiempo los trastornos del sueño como el insomnio. 

Sueño y vigilia son estados distintos, pero también tienen interesantes similitudes. Por ejemplo, durante la fase REM, en la que soñamos, el cerebro está tan activo como cuando estamos despiertos. Y, en realidad, la frontera entre dormir y estar despierto tampoco está tan definida como podríamos pensar. “Nunca estamos del todo despiertos, ni del todo dormidos. Siempre estamos en algún punto del espectro, dependiendo de nuestra necesidad de dormir y de la motivación para estar despiertos. En nuestro cerebro hay una lucha constante entre sueño y vigilia”.

Los problemas del sueño, más allá de la incapacidad de descansar

Si perdemos demasiadas horas de sueño, durante el día el cerebro intenta compensar como puede. Esto significa que, aunque estemos haciendo tranquilamente nuestras actividades, partes de nuestro cerebro en realidad están dormidas sin que nos demos cuenta. Se calcula que uno de cada cinco accidentes de tráfico se produce por falta de sueño. Hay también indicios de que algunos de los mayores desastres de la historia, como el de Chernobyl, fueron causados al menos en parte por falta de sueño de los trabajadores, que habían trabajado muchas horas seguidas sin poder descansar. 

La sociedad moderna no parece darle tanto valor al dormir. Pero lo que la ciencia está descubriendo es que dormir no es solo una parte importante de la vida, sino que podría ser incluso nuestro estado predeterminado. “Mucha gente cree que pasa su vida despierta y duerme cuando lo necesita. Pero muchos de mis colegas creen que es exactamente al revés: nos pasamos la vida durmiendo y solo nos despertamos para nuestros quehaceres. Evolutivamente tiene mucho sentido. Interactuar con el entorno es costoso energéticamente y peligroso. 

Por lo tanto, si no necesitamos hacerlo, es mucho más conveniente quedarnos inactivos” explica Vyazovskiy. O sea, que a lo mejor vivimos para dormir. Una verdad sorprendente que nos obliga a cambiar de perspectiva, pero también un consuelo para todas las personas que odian el sonido del despertador por la mañana.

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