La Sociedad Española de Farmacología Clínica (SEFC) alerta de que los medicamentos no afectan igual a mujeres y a hombres. A pesar de que ellas presentan diferencias biológicas relevantes, muchos tratamientos se diseñan sin tener esto en cuenta.
Las mujeres, por consiguiente, tienen casi el doble de probabilidades de sufrir efectos adversos ante mismos medicamentos, consecuencia de una visión reduccionista de la farmacología clínica llamada ‘medicina bikini’, remarca la SEFC.
Se trata de una forma de entender la salud femenina centrada solo en los órganos que cubre esta prenda de baño, ignorando el resto del cuerpo y sus particularidades.
De hecho, durante décadas, según los expertos, la medicación se ha desarrollado mayoritariamente en varones y luego se ha aplicado a mujeres sin validar ni su eficacia ni su seguridad.
Las mujeres, además, han sido tradicionalmente excluidas de los estudios clínicos por temor a embarazos o por la variabilidad hormonal, señala la entidad.
Algunos grupos terapéuticos muestran diferencias marcadas por sexo, especialmente los que se usan en patologías cardiovasculares y del sistema nervioso.
Benzodiacepinas, estatinas o antipsicóticos producen con más frecuencia efectos secundarios en mujeres, como por ejemplo:
- Somnolencia y caídas
- Daño hepático
- Mialgia
- Diabetes
- Alteraciones hormonales
- Mayor ganancia de peso
Según recuerda la SEFC, las profesoras de la Facultad de Medicina de la Universidad de Málaga y expertas en Farmacología Clínica, María Isabel Lucena y Encarnación Blanco, intervinieron recientemente en unas jornadas organizadas con motivo del Día Mundial de la Medicación Inteligente, en las que abordaron precisamente la existencia de este sesgo.
“Por lo general, podríamos decir que las mujeres sufren una mayor exposición sistémica a los medicamentos a igualdad de dosis”, indican en unas declaraciones recogidas por la SEFC.
Factores genéticos, hormonales, inmunológicos y epigenéticos explican estas diferencias.
La influencia del sexo y del género en la medicación
El género y el sexo influyen en el patrón de consumo de medicamentos.
Porque el sexo condiciona la fisiología y la enfermedad, y por tanto, el manejo de los medicamentos y su respuesta, en tanto que el género incide en el comportamiento y en los hábitos de salud.
Y “los hábitos de salud, la automedicación o el acceso a los tratamientos también difieren entre hombres y mujeres”, recuerda la SEFC.
Asignaturas pendientes hay en cada fase del proceso de la farmacología clínica, desde la investigación preclínica hasta la selección del medicamento y la dosis prescrita en consulta.
El rol del especialista en Farmacología Clínica
Las doctoras citadas por SEFC destacan la labor del médico especialista en Farmacología Clínica para evaluar el balance beneficio-riesgo de los medicamentos en las personas, tanto en la población general como en subgrupos específicos y pacientes individuales.
“Fomentar un uso razonable e individualizado de los fármacos está enraizado en su formación y desempeño profesional”, subrayan.
Revindicar a las mujeres
Para mejorar la situación de las mujeres en relación a la medicación, “se cuenta con la implicación de las agencias reguladoras, las sociedades científicas y la comunidad investigadora”, subraya la SEFC.
Todo ello con el objetivo de “conseguir una representación igualitaria de las mujeres en los ensayos clínicos, analizar los resultados de forma desglosada por sexo e incorporar el enfoque de género”.
Pósteres contra la “medicina bikini”
Una de las iniciativas de la Unión Internacional de Farmacología Básica ( IUPHAR) para superar la situación es el concurso internacional de pósteres, abierto a trabajos que cuestionan el enfoque tradicional de la ‘medicina bikini’ y se visibilizan las diferencias de sexo en farmacología.
El poster, en formato cómic, muestra las diferencias entre sexos en los distintos procesos farmacocinéticos, mientras que se reivindica una mayor participación de las mujeres en la investigación y el desarrollo de los medicamentos.
La SEFC celebra estas iniciativas como impulso a una prescripción más individualizada y con perspectiva de género.