El mes en curso comienza a mostrar los signos de la guerra de doce meses que vivirá Veracruz para ganar los espacios de poder- alcaldías y diputaciones locales y federales- que se disputarán en las elecciones del 6 de junio de 2021. Por lo que se observa en este momento, esa es la única agenda que realmente interesa a los actores políticos, más allá de los graves problemas delincuenciales, de la mala economía o de la irresponsable desatención a la pandemia del coronavirus. 

Los temas y las carencias de los ciudadanos no reciben trato prioritario y correcto; y el mensaje que se recibe de las autoridades es que estos asuntos quedan en manos de la sociedad y de los pocos emprendedores y líderes humanistas que perviven en los diversos sectores. 

Los acomodos, reacomodos y movimientos en instituciones políticas morenistas o de otros colores, tienen que ver con el aseguramiento de posiciones o con la lucha por apoderarse de ellas. En ese objetivo se mueven gentes de todas las fuerzas, utilizando como banderas las problemáticas mencionadas.

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El primero que se movió en esa dirección política, fue el presidente de la república, en su gira de la semana pasada. No le importó ni la cuarentena ni el anuncio de lluvias e inundaciones en la región sureste que visitaba. 

AMLO cumplió con el banderazo del tren maya y de otras obras y vino a Veracruz a decir que “es una bendición tener a un gobernador tan honesto como Cuitláhuac García”. El problema de esta expresión -la décima alzada de brazo a su discípulo- es que tanta insistencia en el calificativo solo refleja la debilidad del mandatario jarocho, conocida y criticada persistentemente por los veracruzanos.

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Pero el desgaste no es solo de Cuitláhuac, es de todo el equipo. El secretario de gobierno Eric Cisneros fue puesto en la mira por segunda ocasión en el año. Esta vez, un portal noticioso que se edita en España, Argentina y México, dio a conocer que se le investigaba a través de la Secretaría de Marina, por un caso de tráfico de diesel en el puerto de Tuxpan, sin el correspondiente pago de impuestos al SAT por las empresas implicadas.

Cabe recordar que a Cisneros lo incluyeron en la rumorología de su destitución en febrero pasado, supuestamente para dar paso a Ricardo Ahued, que renunciaba como director de aduanas, y en ese momento candidateaban para sustituir a Cuitláhuac en diciembre venidero. En noviembre del año anterior, Ahued había publicitado ampliamente el “huachicoleo fiscal” que había detectado justamente en la aduana de Tuxpan. El empresario xalapeño, vuelto a su papel de senador, reinició su acostumbrado tira-tira que le ha dejado interesantes dividendos.

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Como puede comprobarse con los hechos que se están dando en los días actuales, se perciben en toda su extensión las veleidosas manifestaciones del fenómeno conocido como “El Efecto Mariposa”

Las circunstancias nacionales dan para todo. En menos de quince días, señalados personajes han decidido salir a la palestra a manifestar distintos posicionamientos e intenciones. Destacan Cuauhtémoc Cárdenas y sus sabios consejos; también Dante Delgado y su inmensa carta del sábado contra López Obrador.

En Veracruz, Héctor Yunes, el priista generacional y amigo del emecista, que vuelve a buscar la gubernatura como aspiracional destino. Y por el lado del PAN, los Rementería (padre e hijo que quieren hacer historia y fortuna el mismo día), e Indira Rosales, el secreto mejor guardado del estero de Boca Del Río, que ahora desea ser alcaldesa del puerto. 

Todos ellos perciben el tremendo desgaste e inconformidad social en torno a Cuitláhuac García Jiménez, la honesta bendición que desde el viernes pasado dice tener Andrés Manuel. 

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