El año 2020 es sumamente complejo para México. La situación de la economía y la inseguridad pública no venían nada bien desde mucho antes. El escaso crecimiento económico y el aumento de la delincuencia eran las principales circunstancias nacionales que amenazaban al país.

Y cuando en marzo anterior llegó la pandemia de Covid-19, el peligro de contagio, la enfermedad sin vacuna y las carencias hospitalarias, disimularon o minimizaron las dificultades primeras. La gente se volcó hacia la preocupación médica y hacia las maneras de protegerse de la infestación.

Al deterioro existente, tuvieron que sumarse los costos económicos, políticos y sociales ocasionados por el virus chino traído por viajeros que llegaron de Italia, España y Estados Unidos.

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Los costos han dañado a todos por igual, pero más a las personas en situación de pobreza. Y los costos políticos han afectado al presidente de la república, a los gobernadores y alcaldes, y en general, a todos los líderes y personajes de los diversos sectores del poder, quienes, en ocasiones parecen no entender que están jugando con fuego sin medir las consecuencias.

El mes de junio está mostrando una cerrada confrontación política en Jalisco, ocasionada por la muerte de un ciudadano a manos de la policía hace más de un mes, en un municipio colindante con la capital. El asunto ha afectado al gobernador Enrique Alfaro, quien llegó al gobierno bajo el respaldo de Movimiento Ciudadano, el partido de Dante Delgado. La reciente inconformidad norteamericana por la muerte de un ciudadano a manos de la policía en Minneapolis, se trasladó a Guadalajara, por ser un caso de abuso similar.

El asunto motivó ataques y defensas con relación al gobernador Alfaro. En un momento dado de la crisis, este culpó a AMLO y al partido Morena. El mandatario mexicano replicó negando los hechos, obligando al prudente recule del político jaliscience, el que se cobijó en el respaldo de varios gobernadores convocados a una solidaria reunión en Jalisco.

En el debate público entre López Obrador y Enrique Alfaro se acaloraron los ánimos y se radicalizaron las posiciones. Esto dio entrada a que otros actores tomaran partido, fueran gobernantes, políticos, periodistas o intelectuales destacados como los columnistas Enrique Krauze y Luis Krauze (padre e hijo). Pero el pronunciamiento más enérgico fue el de Dante Delgado, quien en una carta abierta lanzó una amenaza velada a Andrés Manuel, recalcando que “quien siembra vientos, recoge tempestades”; además, le recuerda las vivencias solidarias del pasado advirtiéndole: “espero que no sea necesario hablar de las más comprometedoras”.

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Estas palabras provocaron el evidente disgusto de López Obrador contra Dante, por lo que, en su gira del fin de semana en Veracruz, el presidente expresó su conclusión-propuesta más polarizadora de todas las emitidas hasta ahora: “No hay medias tintas, se está por la transformación, o se está en contra de la transformación del país. Es tiempo de definiciones”.

La posición maniquea del mandatario nacional -un mensaje claro a Dante y a quienes se pongan el saco- es sumamente inquietante porque polariza más a la ya dividida población nacional (conservadores y fifis contra liberales y chairos). Y debemos reconocer que la polarización extrema se convierte fácilmente en violencia, en revueltas sociales, en incremento de delitos, en crímenes de estado y hasta en magnicidios. 

Sobre las cartas escritas por Dante -la primera en abril, cuando le dijo a AMLO que era hora de que se pusiera a gobernar, y la del fin de semana pasado, explicada en párrafo anterior-, sus misivas indican una similitud de estrategias (guardadas las evidentes proporciones) con dos célebres personajes del mundo. Nelson Mandela, ídolo del líder y senador emecista -de quien se tiene un libro con sus cartas desde la cárcel en Sudáfrica- y Martin Luther King, quien desde la cárcel envió a un grupo de clérigos una larga carta sobre la segregación racial y la resistencia al cambio, cinco años antes de 1968, cuando un francotirador lo asesinó en la ciudad de Memphis, Estados Unidos.

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La sociedad espera que Andrés Manuel y Dante no lleven sus pleitos irreconciliables a terrenos desde donde no puedan regresar. Ambos están donde están, y son lo que son, gracias a la tolerancia, a la lucha pacífica y a la democracia. Es esta la única ruta posible para dirimir diferencias, buscar soluciones y encontrar posibilidades de bienestar y nuevos tiempos para México. 

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En el infierno de Dante (Alighieri), formado por nueve círculos concéntricos, regidos por demonios que administraban tormentos de acuerdo con la gravedad de los pecados de cada cual, había un aviso con el que se recibía a los condenados en las puertas del infierno:Abandona toda esperanza” . Acá son otros los infiernos y “Se tiene en contra hoy lo que se tuvo a favor ayer.”

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