En el gobierno de la 4T los tiempos revueltos del coronavirus están brindando jugosas oportunidades a no pocos personajes. La gravedad de la pandemia y los esfuerzos obradoristas para disimularla mediante constantes distractores organizados y puestos en operación desde el propio palacio nacional, permiten a esos actores con sello morenista conducirse por fluidos caminos de corrupción, similares a los que había en las épocas más oscuras de los gobiernos priistas y panistas.

Por más que el presidente López Obrador repita la cantaleta de que ahora no hay corrupción porque desde que él llegó al poder, ya todos son honestos, los casos de opacidad, alejamiento de las leyes y complicidad manifiesta en lo más alto de la administración, resultan tan abundantes como en aquellos días de robo e impunidad de sexenios anteriores.

La realidad es que AMLO peca de soberbia en su afán de pensar que su vehemente palabra, repetida sin descanso por sus seguidores más ciegos, ocasionará que la sociedad no se dé cuenta de un hecho inequívoco: que los ratones de ahora son tan abundantes como los del pasado.

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Esta semana han salido a relucir compras directas de ventiladores que ofreció en más de 100 millones de pesos y con exagerado sobreprecio, la empresa de un hijo de Manuel Bartlett, el actual director de la Comisión Federal de Electricidad. Un caso bastante escandaloso, que a su vez sirve para empañar las asignaciones recientes de los tramos del Tren maya, que están ganando incluso con licitación pública, empresas constructoras y actores económicamente poderosos (Mota Engil, FCC y Carlos Slim), que se han visto envueltos en situaciones no muy claras en años previos.

También han trascendido las ventajosas condiciones de contratación de medicamentos a aquel meteórico súper delegado del bienestar en Jalisco, que prefirió salirse del gobierno de su amigo Andrés Manuel, para poder continuar comercializando fármacos y productos hospitalarios en cantidades multimillonarias.

Sobre Manuel Bartlett y su evidente facilidad para tapar componendas y embrollos, el primero de agosto de 2018 este portal publicó el editorial titulado BARTLETT Y LA LEYENDA DE CHUCHO EL ROTO. En esa ocasión se dijo lo siguiente:

“La designación en favor de Manuel Bartlett, que hizo el jefe del país moreno para que se convierta en titular de la CFE a partir de diciembre próximo, está causando tremenda revolución en las estructuras políticas mexicanas.”

“Poderosas figuras de diversos sectores han cuestionado la suprema decisión de López Obrador…En realidad, no hay error, si se ve de la siguiente manera. Si se analiza el objetivo primordial que se había trazado desde hace años el mandatario electo, la designación de Bartlett fue la mejor decisión.” 

“Entonces, quién era mejor candidato que Bartlett, si el tema era o es hacer otro borrón y otra cuenta nueva. No había nadie mejor, lo que sucede es que los inconformes no comprendieron los olímpicos e impenetrables alcances de Andrés Manuel.” 

“Lo que pretende AMLO es que la experiencia de Bartlett lo ayude a su programa “Borrón y cuenta nueva”, para perdonar los adeudos que tienen con la CFE muchos mexicanos de las zonas calurosas del país y que, por los altos costos de la energía, no pueden pagar.”

“Este 2018 observa la resurrección política de Manuel Bartlett…Nadie está equivocado. Ni López Obrador ni tampoco Bartlett…La transformación morenista avanza sin descanso. El músculo no duerme; la ambición tampoco.”

Pero no solo en el gobierno federal ocurren sorpresas de deshonestidad y corrupción como en el famoso caso Bartlett. En Veracruz, la semana pasada se filtró un comedido oficio del DIF estatal en el que se pusieron a disposición de los señores legisladores de MORENA diversos apoyos gubernamentales para ser distribuidos por ellos a las familias pobres de sus distritos. El que autorizó esta medida inapropiada y la inexperta funcionaria que siguió la torpe escuela de su antecesora, no pensaron en que esas despensas y esa actividad asistencial con diputados evidencia solamente un proselitismo político puro y duro. Pero aún faltan por evidenciar los jugosos negocios de algunos legisladores locales, que tienen más cara que espalda, y otras que rompen la barrera del cinismo. 

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Todo indica que el destino alcanzó a López Obrador, a su Cuarta Transformación y al morenismo en pleno. La corrupción que le dio generoso discurso electoral por 20 años, alcanzó al presidente y a todo su régimen. Como solución vetusta y mañosa al estilo tricolor, AMLO ya mandó a la secretaria de la función pública a realizar una investigación con todo el blablablá de la transparencia respecto a esos ventiladores bartlianos a precio de oro. 

Pero el pueblo sabio que sí se da cuenta del engaño y de la insustancial etapa 4T, está tomando puntual nota para actuar con determinación en la elección intermedia del próximo año. Los gananciosos del morenismo no podrán evitar la caída del sistema más demagógico e inoperante que ha surgido en la historia moderna de México. 

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