El día de ayer en su columna de El Universal, el periodista Salvador García Soto desveló una versión sobre las famosas cajas de seguridad recién decomisadas por la Procuraduría General de la República (PGR) en Cancún, en el sentido de que su contenido, celosamente resguardado por esa instancia, tiene que ver con información relevante relacionada con el ex mandatario Javier Duarte, mencionando también la posibilidad de que existan videos que tengan algo que ver con sus dichos amenazantes de la semana pasada en el reclusorio, que pudimos conocer a través de la entrevista de un noticiero de televisión.

García Soto hace referencia a entregas de dinero en efectivo a determinados políticos, que de darse a conocer en estos tiempos, podrían -estas, sí- “cimbrar” la vida política del estado y quizá del centro de la república, a diferencia de aquella célebre cimbrada de Miguel Ángel Yunes Linares del año pasado, que no movió el escenario, ni siquiera en algo parecido al ligero movimiento que causa en las tarimas el famoso zapateado jarocho.

Será que en ese paquete haya información sobre el supuesto apoyo de Duarte a Fernando Yunes para convertirlo en senador, en los tiempos del rumorado acuerdo del entonces gobernador con su señor padre, o que haya pruebas del apoyo duartista a Cuitláhuac García y a Héctor Yunes, cuando contendían por la gubernatura pasada. O más bien, será que allí haya carnita suficiente sobre el tan comentado respaldo millonario a la campaña de Enrique Peña Nieto.

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O que además de cualquiera de ellos, la información sea peligrosa para otros personajes de los pasillos del poder en todas las coloraciones posibles. Porque, recordemos, que Javier Duarte en sus tiempos de gloria, se movía en los caminos de la política como si hubiera tenido sujetado a todos por las partes más débiles de su anatomía.

O sus documentos, videos y pruebas que pueda tener en algún otro lado, que por ahora guarda como un verdadero tesoro, y que pueden aparecer en cualquier momento, en verdad pueda afectar a alguno de los anunciados precandidatos a la gubernatura, o a algún candidato presidencial, y que por esa pequeña circunstancia, todo camina erráticamente y apretando los tiempos políticos.

Si esto resulta así, al final, la salida de Javier Duarte en medios, fue como un semáforo amarillo que anuncia que vienen cosas de color rojo peligro.

O tendrá eso que ver con los avisos que desde hace algunos días le están enviando insistentemente a Osorio Chong, respecto a unos expedientes nada claros. O los que le mandan a diario a Ricardo Anaya. Ambos con ligas con el gobernador Yunes Linares, por cierto.

Por lo pronto, los caminos de Veracruz no parecen seguros para nadie. Porque desde Cancún o desde la Ciudad de México, puede llegar una plaga de serpientes con suficiente veneno para aniquilar quién sabe a cuantos.

Lo que se vio con Javier Duarte en su sexenio, es que su cochinero salpicó por todos lados y ahora mucha gente que se dice impoluta, no sabe cómo quitarse las manchas de la cara, de la ropa y del desprestigio.

En Veracruz y en algunos otros lugares siguen volando muchos pájaros de cuenta que no aprendieron la lección de Díaz Mirón. Aves, cisnes y zopilotes quedaron sumamente manchado de estiercol.

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