Noche de luna en Xalapa es una bella canción que le dejó a la capital del estado el compositor chileno Juan S. Garrido. Y si hablamos de los alcaldes que ha tenido esta noble ciudad, debe reconocerse que ha habido buenos, regulares y malos, aunque en los tiempos recientes han abundado estos últimos. 

Salvo Ricardo Ahued Bardahuil, en las recientes administraciones no se ha contado con un munícipe que se hubiera comportado a la altura de la relevancia histórica, política, económica o cultural de Xalapa.

Esta lamentable circunstancia es la que repite día con día el alcalde Hipólito Rodríguez Herrero, de quien aquí se ha referido su actuación en varias ocasiones. Una de ellas el pasado 20 de agosto en el editorial HIPÓLITO: INCUMPLIRLE AL PUEBLO TAMBIÉN ES CORRUPCIÓN, cuando se dijo lo siguiente: 

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“Parece que la maldición que le dejó a Xalapa el alcalde anterior, continúa en la gestión de Hipólito Rodríguez Herrero. Aquel terminó haciendo gala de costosas ocurrencias que muy poco beneficiaron a la gente, mientras que el munícipe actual continúa investigando el significado de lo que es gobernar a la capital del estado.”

“El aprendizaje de Hipólito y de la mayoría de sus colaboradores está llegando a su octavo mes, y por lo que deja ver la acumulación de fallas en que han incurrido, el problema podría continuar por quien sabe cuánto tiempo más.”

“Han transcurrido los meses en el Ayuntamiento y sólo se han visto pasar innumerables inconformidades por la ausencia de resultados, además de que las auditorías ofrecidas y sus efectos punitivos continúan en el olvido…El alcalde debiera acordarse de que aquel que cobra un salario, está legalmente obligado a entregar resultados. Incumplirle al pueblo que emitió su voto, constituye también una forma de corrupción.”

“Porqué se afirma esto. Porque después de cansarse de esperar obras y servicios de calidad…y de escuchar pleitos internos, no se esperan grandes cosas de Hipólito y sus académicos colaboradores.”

Ya acusó un regidor del subejercicio de 600 millones de pesos del presupuesto que no se aplicaron en la construcción de obras; ya le invadieron calles y plazas públicas los vendedores ambulantes; ya justificó sin pudor alguno la inmoralidad de la tesorera municipal que pretende cobrar una alta pensión del IPE. Y por si faltara, Hipólito también aceptó que los policías que contrató y que mandó a capacitar a Puebla ¡no fueron entrenados en el manejo de armas! Con esas muestras de impericia e irresponsabilidad, es imposible dar reconocimiento a un alcalde como el que sufre Xalapa.

Hipólito no nació para gobernar; tampoco para dirigir empleados o relacionarse con la ciudadanía. Es mejor que regrese a las clases o a la complaciente investigación, antes de que los xalapeños le pidan que regrese los sueldos que no devengó con honor y eficacia. Y si no lo decide, hay que pedirle al gobernador que rescate a Xalapa de las manos de un incompetente aprendiz.

Mantenerse ahí es inmoral y es corrupción. Y es mezquino hacer quedar mal a quien ingenuamente fue a su casa a invitarlo para contender como alcalde. Y todo el problema, tan sólo por el infinito placer de echarse sobre una florida hamaca.

Noche de luna en Xalapa es una bella y entrañable composición que regaló a la ciudad un extranjero. “Xalapa florece”, es una frase cursi y facilona del primaveral Hipólito. Pero por desgracia, eso es lo que hay.

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