El juicio contra Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública acusado de aceptar sobornos millonarios para ayudar a narcotraficantes, comenzó este lunes con los alegatos iniciales en una corte de Nueva York. 

Después de aventar un beso a su esposa e hijas en la sala del tribunal, el exsecretario observó con poca reacción los alegatos iniciales, en los que los fiscales que representan al gobierno de Estados Unidos se enfocaron en el papel de García Luna como facilitador del Cártel de Sinaloa.

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“La persona que se suponía que estaba a cargo de luchar contra el Cártel de Sinaloa en realidad era su bien más valorado… y con su ayuda, el cártel ganó millones”, dijo al jurado el fiscal federal asistente Philip Pilmar. Calificó al exfuncionario como “un hombre que traicionó a ambos países: el suyo y el nuestro”.

Agregó que aunque el exsecretario se hacía pasar en ambos países como un héroe del control de drogas, se encargó de que el cártel recibiera información sobre las investigaciones, paso fácil de cocaína a través de puntos de revisión policiales y escoltas policiales, y, en ocasiones, incluso placas para miembros del cártel. Agentes entregaban envíos de drogas personalmente de los aeropuertos y actuaban como mercenarios para matar a personas que los cárteles querían desaparecer, afirmó Pilmar.

Mientras que César de Castro, abogado de García Luna, aseguró que el caso de la fiscalía se basa en “rumores, especulaciones y las palabras de los criminales más grandes del mundo, muchos de los cuales fueron arrestados y extraditados por el señor García Luna“.

En sus argumentos iniciales, De Castro dijo que no existe dinero, fotos, videos, mensajes, correos ni evidencia creíble y plausible sobre la ayuda de García Luna al Cártel de Sinaloa.

“Ningún dinero, ninguna foto, ningún video, ningún texto, ningún email, ninguna grabación, ningún documento — ninguna prueba creíble, verosímil, de que Genero García Luna ayudaba al cártel”, dijo el abogado en su alegato inicial. Describió el caso como “una exhibición muy pública y enojada” de un gobierno de Estados Unidos que abandonó a su socio en la lucha contra las drogas.

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