Dicen los que saben de esas cosas de la política que la fábrica de mentiras siempre pasa factura, pero si a eso se le suma la falta de sensibilidad política en la administración pública todo se complica.
Y eso es parece que está sucediendo en la administración de Cuitláhuac García, por lo que no será sencillo desligar sus mentiras del pandemónium en el que parece haberse convertido la política veracruzana.
No hay un gobierno tranquilo, con un horizonte despejado que pudieran haber ayudado a los veracruzanos a soportar las fechorías cuitlahuistas con mayor flema. La mentira de un político no es una mentira más, es algo más grave.
Lo anterior viene a cuento por el reclamo del Ayuntamiento de Perote a “los organizadores y funcionarios públicos, militantes y simpatizantes del Partido Morena con relación al evento denominado ‘brigadas informativas’” realizada ayer en las Canchas Revolución de ese municipio.
En el comunicado del Ayuntamiento se asegura que no se tomaron las medidas sanitarias para evitar más contagios de Covid, no obstante, la queja de cientos de empleados públicos del gobierno estatal de que fueron “invitados a la fuerza” a participar en una vieja práctica para favorecer la jornada “Unidos todos”.
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“Unidos todos” es otra ocurrencia que promueve el subsecretario de finanzas Eleazar Guerrero, quien en su afán de aspirar a mayores y mejores cargos en el estado, utiliza, controla y manipula todas las áreas administrativas de los poderes en Veracruz, a sabiendas que los encargados se podrían convertir en “Cabezas de turco”.
Los niños mienten muchas veces de la primera manera, para evitar la reprimenda, o para no ser controlados y hacer lo que quieran, pero hace mucho tiempo que los políticos han perdido esa clase de inocencia, de forma que sus mentiras son siempre casos de engaño, de falso testimonio, intentos de perjudicar a sus rivales y, sobre todo, al público.
Mentir supone negar a los ciudadanos el derecho a conocer la información correcta para así manipularlos mejor.
