Importantes actores de la política veracruzana parece que insisten en no aprender de los errores o de las vicisitudes que presentan los difíciles días del siglo XXI. Los aludidos hacen planes y componen estrategias a futuro, pero descuidan las palabras y olvidan las acciones -los resultados o hechos concretos- con las que podrían acercarse a esas ansiadas metas que dibujan en la codiciosa imaginación.  

Y los errores se pagan caro en el momento en que se manifiestan los fracasos. Lo que se observa es el declive o pérdida de energía cuando ni siquiera estamos en las vísperas. Lo peor es que por los caminos fluye resbalosa calabaza dispuesta a hacer caer hasta a los más vivos.

La reflexión surge por varias inapropiadas situaciones veracruzanas. La primera tiene que ver con el senador Julen Rementería y sus felices ocurrencias y dislates. El senador porteño, que dice que quiere ser gobernador de Veracruz, la embarró de manera monumental con el caso de la carta que firmó hace poco junto a varios políticos del PAN con un anquilosado señor Abascal, dirigente de un partido VOX ibérico, que en desmedidos sueños pretende llevar la derecha más conservadora al gobierno español. Su hilarante caso llenó los periódicos y la conversación pública mexicana que prácticamente le enterró cualquier tipo de posibilidad política de mayor envergadura.

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No contento con ese disparate, y pensando que así le perdonarían ese tropezón de primaria, ahora Rementería está sacando a relucir el cansino tema de los médicos cubanos que la 4T ha traído a México a vacacionar, a cambio de algunos cientos de millones de pesos que AMLO entregó a Cuba como subsidio y forma de promoción política, y dizque para pagar los caros emolumentos de esos galenos por venir a “apoyar a los mexicanos” afectados por el Covid-19. 

Pero el problema mayor del castizo Julen es su mala fama en Veracruz desde hace años. Sólo para no repetir lo antiguo, le recordaremos la pésima obra de pavimentación del bulevar Xalapa-Coatepec, la que, por exceso de calabaza maloliente en la repavimentación, está originando cientos de accidentes vehiculares por derrapes y no pocas defunciones de infortunados viajeros. Y junto a esta conocidísima obra mal ejecutada que costó cerca de 130 millones de pesos, habría que recordarle los contratos de obra de sus arreglos corruptos con Pepe Mancha (exdirigente del partido azul), plenamente documentados por los medios de comunicación en su gestión como secretario de obras públicas del gobernador Yunes Linares.

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La segunda situación que resulta extraña, es una obra de pavimentación en concreto hidráulico, inaugurada hace dos meses por el gobernador Cuitláhuac: la carretera Cerrillos-Ojo Zarco-Madroño en el municipio de Alto Lucero, cuyo pavimento quedó fracturado e inutilizado en tramos a causa de las lluvias del huracán Grace. García Jiménez ya dijo que se va a arreglar con recursos frescos.

Aquí el asunto raro estriba en que el propio gobernante afirmó que la reparación no se pagaría con cargo a la fianza de garantías que debió entregar la empresa constructora. El estado no tiene porqué volver a pagar por una obra defectuosa. La ley establece claramente cuál es la función de una fianza en los contratos de obra pública. Y esa decisión inexplicable, externada por el propio ejecutivo estatal, conduce a otras interrogantes que preocupan. ¿Hubo proyecto ejecutivo y proyectos de obras pluviales y conducción de cauces de agua, acordes a los volúmenes y necesidades hidráulicas de los campos por donde cruza ese camino? ¿Hubo fianza de cumplimiento o sólo entregaron una fotocopia sin valor? ¿Qué área jurídica revisó los documentos?

Meses antes en Twitter el gobernador Cuitláhuac presumía una obra de pavimentación, en la zona de Mozomboa en Actopan, la cual está presentando los daños de las obras hechas a la carrera y sin apego a proyecto. Este camino que le pusieron un asfalto muy delgado está resintiendo el paso de camiones pesados, cargados de caña y cargados con la grava (balastro) que se envía tres meses al mes por barco para las obras del caprichoso Tren Maya en Yucatán. Otro de los grandes resultados del ingeniero Elio Hernández

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Con esas posibles carencias y modos 4T para resolver los problemas en lo oscurito, quién garantiza que estén quedando bien las flamantes obras que esta semana el gobernador fue a revisar en el colector pluvial División del Norte en la ciudad de Xalapa, que difundió en redes, y del que ahí mismo ya produce malos comentarios sobre unos casetones respecto a la carga hidráulica y la sugerencia de mayor diámetro de los tubos. En esta obra se gastan 37 millones de pesos y, por cierto, la fecha programada indica una terminación de trabajos el 3 de octubre, dentro de muy pocos días.

Sobre este tipo de situaciones sospechosas que andan en el aire y en la maledicencia, no han dicho nada de revisiones de aspectos legales, auditorías técnicas o peritajes y pruebas de resistencia del concreto, las funcionarias que están a cargo de la Contraloría General y el ORFIS. ¿Así como se perciben los problemas mencionados, será que la vida útil de las obras de la era cuitlahuista, está en condiciones de superar las vísperas electorales del año 2024 en Veracruz? 

Porque el exceso de calabaza podría ocasionar peligrosos resbalones y sentones a los aspirantes a estrategas, protagonistas y titiriteros ese año. 

Esperar es el verbo.

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